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Escolta del ex jefe paramilitar Vicente Castaño relata los detalles de su muerte

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El día en que lo asesinaron en marzo de 2007, el poderoso jefe paramilitar Vicente Castaño Gil estaba acompañado por escoltas que poco hicieron por proteger su vida y huyeron al darse cuenta de que el comando de asalto encargado de dar muerte al jefe era numeroso y estaba muy bien armado. No obstante, antes de la fuga, uno de los hombres logró sacar un pequeño morral donde Castaño llevaba sus documentos, entre ellos el certificado judicial, la cédula y el carné que lo identificaba como desmovilizado de las Auc.

Desde entonces, los cuatro desmovilizados han vivido en la clandestinidad, sin rumbo fijo entre Sabaneta, Bello y Copacabana, en la zona metropolitana de Medellín. Pero CAMBIO localizó a uno de ellos y obtuvo una fotocopia de los documentos personales de Castaño. El hombre hizo, además, un corto relato de los momentos previos al crimen, pues quiere que la Fiscalía los considere suficientes para acogerse a la ley de Justicia y Paz.

La muerte de Castaño fue revelada por CAMBIO hace un año (edición 740) con base en documentos y testimonios que coincidían en que el asesinato había sido ordenado por Diego Fernando Murillo, ‘Don Berna’, Carlos Mario Aguilar, ‘Rogelio’, jefe de la ‘Oficina de Envigado’, y Éver Veloza, ‘H.H.’, ex jefe del bloque Bananero.

Las autoridades dudan de la veracidad de la muerte del jefe paramilitar y la Fiscalía sigue adelante con numerosos procesos, pues su cuerpo no ha aparecido, pero lo cierto es que hay muchas evidencias que demostrarían que sus propios compañeros ordenaron sacarlo del camino, pues se sintieron traicionados porque tenía contactos con autoridades de los Estados Unidos con miras a una eventual negociación. Esa misma sospecha fue la que en 2004 desencadenó el asesinato del entonces comandante de las Auc, Carlos Castaño, hermano menor de Vicente.

El escolta de Castaño le contó a CAMBIO lo siguiente:

«Antes de que el Gobierno decidiera ordenar la reclusión de los jefes ‘paras’ en La Ceja, ‘el señor’ (Vicente Castaño) pasaba su tiempo en su finca del municipio de Girardota, donde se sentía tranquilo y disfrutaba de la compañía de su familia y amigos. Además, estaba cerca del lugar de reuniones llamado La Villa de la Esperanza, ubicado en Copacabana, donde se adelantaban las negociaciones del proceso de paz. También visitaba una finca llamada La Garrapata, ubicada en el sector de Cocorollo, de Copacabana, donde hacía reuniones familiares.

«En medio de todo esto, al ‘Señor’ se le notaba una preocupación acerca del incumplimiento del Gobierno con el proceso de negociación y decía que para estar tranquilo necesitaba que entre el Gobierno y las Auc se hiciera un acta firmada por la Iglesia, la OEA y la comisión de garantes para el cumplimiento de los acuerdos pactados.

«El miércoles 16 de agosto de 2006, cuando el Presidente ordenó capturar a todos los jefes ‘paras’ y recluirlos en La Ceja, ‘el Señor’ se encontraba en su finca de Girardota. Vestía una pantalonera y chanclas, alcanzó a ponerse un jean, cogió sus documentos personales y decidió huir burlando su mismo anillo de seguridad, el cual era integrado por agentes del DAS, Policía y varios desmovilizados, entre ellos yo.

» ‘El Señor’ caminó y se internó en la zona rural cercana al casco urbano del municipio de Girardota, donde esperó a que llegara la noche para hacer un movimiento más seguro. En estos momentos es cuando ‘el Señor’ llamó a Miguel Ángel Mejía Múnera, alias ‘el Mellizo’, y le ordenó permanecer por fuera del proceso de negociación porque lo que estaba pasando no era lo acordado. Dijo que si el Gobierno no cumplía con lo pactado, él iba a ser el motor principal para un rearme y redireccionar las autodefensas, y que le serviría de bastón al ‘Señor’ para continuar con la lucha antisubversiva.

«Era una noche fría y lluviosa y eso nos benefició. ‘El Señor’ dio su ubicación más o menos a las 10 p.m. en un camino, a donde llegamos a recogerlo en un carro de bajo perfil. Salió con la misma ropa, mojado. Lo único distinto que traía eran los zapatos: había cambiado las chanclas por tenis que no eran de su talla y no tenía medias.

«La amenaza más cercana era un peaje a la altura de La Navarra, municipio de Bello, pero las condiciones de lluvia estuvieron de nuestro lado para lograr llevar al ‘Señor’ a un lugar seguro. Allí pasó la noche en el área rural de Bello, donde se le improvisaron ropa, implementos de aseo, un bolso en el cual llevar todo esto y un millón de pesos en efectivo, que no iba a necesitar mucho pues en las horas de la mañana del día siguiente lo recogería un helicóptero para llevarlo a un lugar en el bajo Cauca antioqueño que le serviría de caleta.

«Efectivamente, ‘el Señor’ voló en la mañana siguiente y logró llegar a una finca ubicada cerca al río Nechí donde permaneció sus últimos días de vida. Desde que se metió a la caleta no volvió a atender a nadie, no usaba teléfonos celulares ni satelitales y la única forma de comunicación con él era un emisario que entraba hasta la finca en un carro que era el único autorizado para entrar. Los mensajes le llegaban cada 15 días y de esa manera se sentía tranquilo y seguro.

«Para llegarle al ‘Señor’ se hizo un secuestro previo donde logran, utilizando la fuerza, obtener la ubicación y el carro que era la única manera de entrarle. ‘El Señor’ fue asesinado el lunes 12 de marzo de 2007 por una pugna interna. Tengo los datos exactos de la finca, las coordenadas escritas por ‘el Señor’ en pleno vuelo, donde le indicó al piloto un lugar donde dejarlo cerca de la finca de la cual tengo el nombre. Con mis otros tres compañeros tenemos la intención de entregarnos y contar todo lo que ocurrió durante estos últimos años».

Tomado de la revista Cambio

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