Economía Internacional

TLC con Colombia al congelador hasta el próximo año

–Un nuevo y serio traspiés sufrió el Tratado de Libre Comercio de Colombia en el Congreso de los Estados Unidos, pues no fue incluido en la agenda de las sesiones extras previstas para el próximo 17 de noviembre.

En consecuencia, el acuerdo comercial firmado con Colombia seguirá en el congelador hasta el año entrante, pues solo será debatido en las sesiones ordinarias, sin que se le augure ningun éxito.

La agencia española de noticias Efe, informó que fuentes, que pidieron el anonimato, indicaron este jueves en Washington que «el asunto ni siquiera se ha discutido recientemente».

La crisis económica de EE.UU., que dominó la contienda presidencial, será a todas luces la máxima prioridad del Congreso durante la abreviada sesión postelectoral conocida en inglés como «lame-duck».

La oposición demócrata, que el martes ensanchó su mayoría en ambas cámaras del Legislativo, ha dicho que su prioridad es un plan de reactivación económica.

«Tenemos un paquete de estímulo sobre la mesa y espero que los republicanos en el Senado permitan que se vote» durante la sesión abreviada, dijo ayer la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.

Los demócratas quieren que cualquier plan consensuado con la minoría republicana incluya la extensión de beneficios para los desempleados, cupones de comida para los pobres y mejor cobertura médica para los niños y ancianos.

Así, la entrante Administración del demócrata Barack Obama afrontará la disyuntiva de escoger entre empeorar el déficit fiscal e incumplir algunas de sus promesas electorales en materia social o permitir un mayor descalabro de la economía.

En ese contexto, hay consenso de que el TLC es rehén de la política interna en EE.UU. y tendrá que esperar a la 111 sesión del Congreso.

«Ni en sueños podría votarse ahora el TLC. Esto quedará para cuando el presidente Obama comience a gobernar. Quizá no ocurra en sus primeros 100 días de Gobierno, pero él tampoco querrá que languidezca», dijo a Efe Michael Shifter, analista del Diálogo Interamericano.

Un escenario posible, según Shifter, es que Obama negocie con el presidente Álvaro Uribe para responder a las preocupaciones demócratas sobre derechos humanos y la violencia contra sindicalistas.

A la vez, Obama tendría que demostrar con hechos su compromiso con su agenda social y, sobre todo, persuadir a los sindicatos en EE.UU. sobre los avances realizados por Uribe.

La idea sería crear un clima propicio y un espacio político en el que todos ganen y que permita la votación del TLC.

El TLC, suscrito en noviembre de 2006, permanece estancado en el Congreso debido al reclamo de la oposición demócrata de que el Gobierno de Bogotá demuestre más logros en materia laboral y de derechos humanos.

Obama ganó la presidencia con el 69 por ciento de apoyo de los votantes afiliados a sindicatos frente al 28 por ciento para el republicano John McCain, y durante su campaña dijo que seguía oponiéndose al TLC por la violencia contra sindicalistas en Colombia.

En una rueda de prensa, el presidente de la Cámara de Comercio de EE.UU. (USCC), Tom Donohue, expresó esperanza hoy de que el TLC sea votado, pero su prioridad es un plan de estímulo con fuerte componente empresarial.

«No vamos a canjear (el TLC con) Colombia por un pésimo paquete de estímulo», sentenció Donohue, cuyo grupo representa a tres millones de empresas.

Pese al panorama que afronta el TLC, el Gobierno de Bogotá prevé continuar presionando para que el pacto se discuta durante las sesiones extras del Congreso, aunque la reticencia demócrata podría aguarle la fiesta.

De hecho, el senador demócrata Patrick Leahy, presidente del subcomité de Asignaciones, que financia los programas de asistencia al extranjero, expresó preocupación por «los abusos sistémicos de las fuerzas armadas colombianas».

«Los asesinatos extrajudiciales por parte de soldados colombianos han sido una preocupación durante años y la respuesta del Gobierno ha sido ignorarlos o culpar a las víctimas», dijo Leahy ayer, al tiempo que aplaudió el despido de varios oficiales implicados en atrocidades.

«Es un cambio loable que necesita convertirse en un patrón», dijo