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Asesinato de policías y militares en cautiverio desata ola de repudio e indignación

Una ola de repudio e indignación provocó en Colombia y en el mundo la ejecución en total indefensión y a sangre fría de los cuatro miembros de la fuerza pública por parte de las Farc, durante un fallido intento de rescate de las Fuerzas Militares.

Además de la condena expresada por el presidente Juan Manuel Santos y otros estamentos sociales en el país, también lo hizo la Organización de Naciones Unidas, a través de la Oficina en Colombia de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que además calificó el hecho como un «crimen de guerra».

«Estos hechos irracionales no son una práctica aislada o esporádica. Son crímenes de guerra que podrían constituir crímenes de lesa humanidad y son el producto de la deshumanización progresiva del conflicto armado interno», señaló el organismo internacional.

El representante de esa oficina de las Naciones Unidas en Colombia, Christian Salazar señalo que «estos «asesinatos atroces reflejan una terrible falta de humanidad y un desprecio total por la vida y merecen el repudio más fuerte».

El presidente Juan Manuel Santos formuló «un llamado al país y a la comunidad internacional a repudiar esas acciones tan crueles de este grupo narcoterrorista de las Farc, que cada vez muestra más sevicia y más crueldad en sus acciones”.

El pronunciamiento lo hizo el primer mandatario luego de visitar en el Hospital de la Policía al sargento Luis Alberto Erazo, quien se salvó de ser asesinado por los guerrilleros.

Previamente, el presidente Santos había repudiado el crimen:

“Asesinar a mansalva a unos secuestrados de más de 12 años no tiene explicación, es tal vez de lo más cruel que hemos visto en mucho tiempo, por eso lo condenamos a ultranza y lo condenamos con toda la determinación y la contundencia que tenemos a nuestro alcance”.

El Presidente Santos indicó que los miembros de la Fuerza Pública que llegaron al lugar del crimen encontraron cadenas en el lugar, lo que demuestra que estos secuestrados fueron, además, torturados durante más de una década.

“Esta es una demostración más de la sevicia y la crueldad de las Farc. Se encontraron cadenas al lado de los asesinados, es decir, los tenían como tienen a sus secuestrados: encadenados. Y cuando se vieron enfrentados con la Fuerza Pública no tuvieron ningún reparo en asesinarlos a mansalva”, afirmó el Jefe de Estado

El Papa Benedicto XVI se sumó a las voces de «dolor» por la ejecución de los cuatro secuestrados e imploró por el cese de la violencia en Colombia.

«El Santo Padre ha recibido con dolor esta trágica noticia y se une con su oración a los familiares de las víctimas y al amado pueblo de Colombia en estos momentos de sufrimiento e implora el cese de la violencia», señaló la Secretaría de Estado de la Santa Sede en una nota enviada al embajador colombiano en el Vaticano César Mauricio Velásquez.

ME CORTARON UN ANHELO

–Uno de las más conmovedoras declaraciones tras la muerte de los uniformados secuestrados, fue la de Johan Steven, el hijo del sargento mayor del Ejército José Libio Martínez, quien llevaba casi catorce años en poder de las FARC.

«Señores de las FARC, ustedes me rompieron las alas, me rompieron el anhelo de conocer a mi padre personalmente, de darnos ese abrazo tan anhelado por 13 años, 11 meses y 5 días», expresó Johan Steven.

Johan Steven nació tres meses después del secuestro de su padre en la toma guerrillera a la base militar de Patascoy, en el departamento de Nariño, ocurrida el 21 de diciembre de 1997, por lo cual nunca conoció a su padre.

El menor envió un mensaje de súplica a las Farc para que «liberen a los demás secuestrados, sanos, salvos.

LOS QUE SIGUEN SECUESTRADOS

Precisamente sondoce uniformados, y un número indeterminado de civiles, los que siguen secuestrados por las Farc.

Los integrantes de la fuerza pública que continúan en los campos de concentración de las Farc en las selvas del territorio nacional, son los siguientes:

Héctor Velásquez Carrillo, Intendente de la Policía, oriundo de Sardinata, Norte de Santander, secuestrado en 1997 por las Farc en San Antonio de Atenas, en Caquetá. Nació el 19 de diciembre de 1973.

Luis Arturo Arcia, Sargento viceprimero, secuestrado en el asalto de las Farc al corregimiento de El Billar, Caquetá en 1998.

Luis Alfonso Beltrán Franco, sargento viceprimero del ejército, secuestrado también en la toma de El Billar.

Luis Alfredo Moreno Chagüeza, sargento viceprimero del Ejército, oriundo del municipio de Córdoba (Nariño), secuestrado en el ataque a la base de Miraflores en Guaviare en 1998.

César Augusto Lasso Monsalve, sargento de la Policía secuestrado en la toma de Mitú, el 1 de noviembre de 1998.

Jorge Humberto Romero, sargento de la Policía secuestrado en Puerto Rico, Meta en 1999.

José Libardo Forero, sargento de la Policía secuestrado en la toma de Puerto Rico, Meta en 1999.

Jorge Trujillo Solarte, subintendente de la Policía, nacido en Gamarra, Cesar, secuestrado en Puerto Rico, Meta en 1999.

Carlos José Duarte, subintendente de la policía, secuestrado hace 12 años en la toma de Puerto Rico, Meta.

Wilson Rojas Medina, subintendente de la policía Wilson Rojas Medina, secuestrado por las Farc el 10 de julio de 1999, en la estación de la Policía de Puerto Rico, Meta.

Robinson Salcedo Guarín, cabo primero del Ejército secuestrado en la toma de Miraflores en Guaviare, en 1998.

Luís Peña, cabo primero del ejército, secuestrado el primero de noviembre de 1988 en la Toma de Mitú.

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