Opinión

Petro: ¿Bravucón o cómplice?

mauricio-botero-caicedo Por Mauricio Botero Caicedo

No hace muchos días, y según lo testimonia la revista SEMANA en su edición de 17 de diciembre pasado, el alcalde Gustavo Petro categóricamente afirmaba que los recogedores privados de basura eran unos “mafiosos y paramilitares”. Los ciudadanos debemos asumir que el burgomaestre de la capital tiene pruebas suficientes; y nunca hace acusaciones temerarias. De ser así, lo único que a Petro se le puede criticar es no haber acudido de inmediato a la Fiscalía para denunciar la existencia de estas bandas criminales disfrazadas de empresas, ya que al no hacerlo incurre el delito de ‘cómplice o encubridor’.

Pero, oh sorpresa! Petro a última hora se ha dado cuenta que estaba al borde de enfrentar una catástrofe sanitaria y ambiental en el tema de las basuras y ha tenido que – con el rabo entre las patas – correr a firmar un contrato con dos de las empresas (¿mafiosas y paramilitares?) que recogían las basuras en Bogotá para que le den una mano con el tremendo lío que se ha armado en el tema de las basuras. Al haber Petro calificado de “mafiosas y paramilitares” a estas mismas empresas con que está hoy negociando, se pregunta tanto el país como este columnista: ¿Si la Administración Distrital, al contratar a unos presuntos criminales para la recogida de las basuras, no estará incursionado en varias graves ofensas, todas ellas contempladas en el código penal? No soy abogado, pero a simple lógica todo parece indicar los presuntos delitos que está cometiendo Petro y su Administración son bastante más graves que ser ‘cómplice o encubridor’, siendo el menor de ellos “concierto para delinquir”.

Pero bueno, es muy probable que el haber tildado a las empresas recogedoras de basura de “mafiosas y paramilitares” no sea nada más que otra fanfarronada de Petro y realmente no tiene ninguna, absolutamente ninguna, prueba en contra de estas firmas. En este caso, lo que Petro, además de calumniador, es un bravucón. Porque acusar sin fundamento a unas firmas que están cumpliendo con unos contratos (que hasta donde sepa este columnista no han sido denunciados), es un atropello o una tropelía. Puede que Petro le guarde una profunda admiración al “Chafarote” de Chávez, pero en Colombia, las bravuconadas – de ninguna especie – son de buen recibo!

En mercadeo y comercialización existe una máxima inmutable que es que se puede salir del intermediario, más no del papel que juega. Dicho de otra forma, el que se deshace del intermediario tiene que estar preparado para desempeñar el papel que a su vez éste desempeñaba. Muchos industriales y empresarios, cuando para recortar costos eliminan los intermediarios, hacen caso omiso de esta máxima, y se dan de frente contra el mundo. Los intermediarios juegan un papel, ya sea en conocimiento de los clientes y del riesgo crediticio, ya sea en entender el mercado y los canales adecuados. No siempre (pero en la mayoría de los casos) los intermediarios aportan experiencia, “know – how”, capital de trabajo, y contactos personales y profesionales para justificar su comisión. El gobernante, industrial o empresario que insiste en desconocer estas cualidades y habilidades, lo hace a su propio riesgo.

Se trae a colación la anterior enseñanza para ilustrar que al alcalde Petro le ha pasado más o menos lo mismo: es decir, pretendía reemplazar la recogida de basuras en la capital, sin tener en cuenta el conocimiento del negocio que tiene los privados en este servicio. ¡Qué golpe a su inflado ego debió sufrir Petro al tener que hincarse ante unas empresas que pocas semanas antes había calificado de “mafiosas y paramilitares” y rogarles que regresaran, cuanto antes, a recoger las basuras de la ciudad!

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