Opinión

Entre “chepitos” si se pisan las mangueras…

mauricio-botero-caicedo Por Mauricio Botero Caicedo

No son pocos los males que afligen hoy a la Argentina: una inflación desbordada que sobrepasa el 25 por ciento anual; el llamado ‘cepo’ cambiario por el cuál el gobierno restringe el ingreso de importaciones y la compra de divisas, estimulando de esta manera la fuga de capitales; el uso indiscriminado del ahorro de los argentinos abusando de los recursos de los Fondos de Pensiones; la falta de transparencia de las estadísticas oficiales; y la descarada injerencia del gobierno de la rama judicial que a su vez se traduce en un alto nivel de inseguridad jurídica, hacen que la Argentina de Cristina Kirchner se haya convertido en uno de los países de la región menos atractivos para invertir, y sin inversión, no es posible crear empleo de calidad.

Para un connotado analista, el ‘cepo’ cambiario y la restricción a las importaciones “no es más que la manifestación de una enfermedad mucho más profunda que es la falta de confianza que se ha venido acumulando en los últimos años.” La inflación, aupada a una tasa de cambio ficticia, coloca a los empresarios en un situación de falta de competitividad, que a su vez los lleva exigirle al gobierno mayor protección, contribuyendo de esta manera el ‘círculo perverso’ de inflación, tasa de cambio irreal, falta de competitividad, y mayor proteccionismo. La clase media argentina no le come el cuento al gobierno que la inflación es del 10 por ciento, cuando toda ama de casa que recorre los mercados se da cuenta que es del 25 por ciento. Para la calificadora de riesgos, Moody’s, que probablemente le bajará nuevamente el riesgo crediticio a la nación austral, “la diferencia abismal entre los números públicos y los privados que existe en este país no ocurre en ninguno de los otros 115 países en que evaluamos los riesgos crediticios…(el gobierno) manipula la inflación para pagar menos deuda de lo que deberían, un çuasi – default’”. Lo que la Kirchner no quiere admitir, o no parece darse cuenta, es que una nueva baja en la calificación de riesgos dejaría al país prácticamente por fuera de los mercado internacionales.

Como lo señala un reciente editorial, la Presidenta está “progresivamente encerrada en una torre de marfil, apoyada en una joven camarilla en torno a su hijo Máximo” y se comporta de forma “hostil tanto hacia cualquier discrepancia política como a todo periodismo que no sea servilmente laudatorio”. La corrupción en los altos niveles es rampante: desde que llegaron al poder, la familia Kirchner ha aumentado su patrimonio en un 960 por ciento. Dicho patrimonio hoy se acerca a los treinta millones de dólares. La Presidente, cuando algún insolente le pregunta sobre los orígenes de sus enorme fortuna, contesta sin inmutarse que su enorme patrimonio proviene del libre ejercicio de la profesión de abogados en el Bufete que tanto ella como el finado Néstor Kirchner regentaron durante muchos años en el sur de Argentina. ¿Y qué hacían don Néstor y doña Cristina para merecer pingües honorarios que, según ella, son los orígenes y cimientos de su envidiable fortuna? Pues esta hermosa, dinámica, e incansable pareja de Nestor y Cristina eran “chepitos”…es decir, se dedicaban a cobrar deudas vencidas, crucificando de paso a los deudores morosos.
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Y no es que ser “chepito” sea una actividad ilegal, pero es muy difícil no asemejarlos a buitres en busca de carroña. Cristina, no se cansa en atacar con viles epítetos a los llamados “Fondos Buitres” (una especie de “Chepitos Asociados) que de manera bastante humillante para Argentina recientemente embargaron al Buque estrella de la nación austral, el Libertad. Pero que la viuda de Néstor, que en un pasado no tan lejano ejercía la poca atractiva profesión de “chepito”, se venga lanza en ristre contra otro “chepito”, da cierta risa. Por lo visto entre los “chepitos” si se pisan las mangueras…

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