Opinión

Siria, más que un conflicto interno, un espejo de las tensiones geopolíticas mundiales.

Santiago Arroyo Por: Santiago Arroyo
Ban Ki-Moon Secretario General de las Naciones Unidas, se pronunció con el resultado de la investigación y deliberación del Consejo de Seguridad. En efecto, como medios internacionales lo denunciaron, en Siria sí se usaron armas químicas en el más lamentable hecho de este tipo en lo corrido del siglo XXI. El llamado desde la organización es a que el gobierno inicie lo más pronto posible, el desmonte de su arsenal de este tipo bajo estrictos controles, en los que deben participar diferentes naciones del mundo.
Estas reuniones sirvieron para medir el pulso de los poderosos alrededor de lo que significa este conflicto para el mundo. Rusia, frente a Estados Unidos, en el marco del Consejo, confronta posiciones, las pruebas, los hechos y las dudas frente al ataque. Unos, acusan al gobierno y otros a los opositores. Después de este debate, se concluye que sí hay responsabilidad del régimen oficial y que es necesario seguir los protocolos que se pongan sobre la mesa, para desmontar los arsenales químicos de Al-Asad.
Se comenta sobre el éxito de Putin sobre Obama. De la neutralización del ataque por la estrategia empleada. Pero, más allá de estas perspectivas, es importante darle una mirada amplia al hecho del ataque y enfrentar la triste realidad de ver que lo que está en juego no es precisamente las necesidades de paz en la región o el riesgo de los ataques preventivos de Estados Unidos.
Es indispensable volver los ojos sobre el hecho principal y ver que en pleno siglo XXI, en un país en conflicto civil desde hace mas de dos años, viene desintegrándose una nación en la división de la población, con argumentos validados a través de las armas que se disparan indiscriminadamente sobre los más vulnerables sin que en el mundo, se levanten voces poderosas que intenten detener ese desangre entre hermanos de la misma historia.
Frente a los resultados de las investigaciones de los inspectores de Naciones Unidas, es nuestro deber como ciudadanos del mundo, estar al tanto de lo que se estuvo en juego estas semanas.
Estados Unidos tuvo una confrontación interna decidiendo si intervenían con sus ejércitos o no. Rusia y China, rechazaban sistemáticamente las pruebas, defendiendo a su aliado Sirio, dudando de todas las pruebas. Europa, ponía un pie adelante y otro atrás sin esclarecer definitivamente lo que sería su posición frente al caso. Hasta el Vaticano asumió una posición crítica, convocando a los débiles y poderosos del mundo a la obligación moral de detener el odio y la guerra que desangra a Siria.
Nuestro deber de comprender este ajedrez geopolítico mundial implica aclarar lo que representa para el mundo la ficha que es Siria. Una vez más, los problemas globales tienen en el fondo, un motivo militar y energético.
Siria es ventana de los recursos Rusos a través del Mediterráneo, indispensables además, para el modelo de crecimiento de Europa Occidental. China, a su vez, cuida sus relaciones en la región sin comprometer sus intereses políticos y comerciales con los antagonistas del régimen de Al-Asad. Estados Unidos utiliza el conflicto para confrontar el poder y el liderazgo de su presidente.
Pero el deber más importante, es volver nuestros ojos a las victimas actuales y sobre las que todavía están por venir en el conflicto de ese país. Preguntémonos porque es más importante a veces entender el juego de tensiones que la realidad de las víctimas. Rechacemos lo que las armas, químicas o no, hacen en un país dividido y en conflicto permanente. Aprendamos finalmente la lección histórica de ver que en casos como el nuestro en Colombia, antes de llegar al absurdo, mas lejos de lo que ya hemos llegado, debemos fortalecer nuestro proyecto de nación para cerrar nosotros mismos, la brecha de las ideologías, odios e intereses. Probemos que podemos con nuestras propias herramientas construir un proyecto de paz, evitando la intervención de otros sin ningún compromiso humano con nuestras victimas y sí con sus propias necesidades.
Las victimas de Siria tienen pocos dolientes genuinos. La respuesta de las partes, van y vienen a favor o en contra de las posiciones de los poderosos involucrados. Deseemos lo mejor para ellos y esperemos que ellos mismos puedan con el reto que han trazado para su propia historia y aprendamos que mas que invitados internacionales al conflicto colombiano, necesitamos la conciencia de pensar y construir un país en el posconflicto sin esperar dolientes externos.