Opinión

ZONA DE DISTENSIÓN, PARA EL FÚTBOL

JULIO FERNANDO 2 (2) Por: Julio Fernando Rivera Vallejo

Como si no fuera suficiente problema el conflicto armado que durante más de medio siglo ha desangrado a Colombia y que ha ocupado a varios gobiernos en la tarea de buscarle una salida, bien sea a través de la presión militar o del diálogo, cada día toma fuerza otra problemática que inclusive han debido afrontar de tiempo atrás, países de mayor desarrollo que el nuestro en distintos sentidos: la violencia en el fútbol.
Algo lejanos se ven ya los tiempos en los cuales familias enteras acudían a los estadios atraídas por un partido de fútbol, portando vistosas camisetas alegóricas a los equipos de sus amores, luego de los cuales, en muchas oportunidades se reunían en sitios públicos como fuentes de soda o discotecas, para celebrar unos y para pasar las penas otros, al ´´calor de unos tragos´´. Y lo bueno es que nada malo pasaba.
El devenir de los días, ha traído consigo el calentamiento global producido irresponsablemente por los seres humanos, provocando un incremento en el deshielo de los glaciares, lo que sube notablemente el nivel de las aguas en los mares que se tornan más amenazantes por la altura de sus olas y el aumento de las temperaturas, y ha ocasionado un sinnúmero de consecuencias negativas que nos tienen padeciendo situaciones inimaginables en épocas anteriores, que nos llevan al estrés que exteriorizamos en la casa, en el estudio, en el trabajo, en la calle y, en fin, en la vida diaria, aun con las personas que amamos.Parece ser que ese calentamiento global ha llegado también al llamado deporte de multitudes.
Sin duda, uno de los ´´desfogues´´ de las preocupaciones cotidianas ha sido para millones de personas precisamente el fútbol, pues, en primer lugar, en un mundo globalizado en el que nos dicen que somos ciudadanos del mundo pero nos sentimos raizales de ningún lado, portar la camiseta con los colores distintivos de un equipo, da sentido de pertenencia; en segundo término, el balompié es un deporte que bien jugado se convierte en un arte y mal practicado por lo menos es un sano entretenimiento; y, finalmente, para que negarlo, sirve para desahogar sentimientos, emociones y pasiones que es bueno liberar de vez en cuando, lanzándolas a un para rayos en el que se concentren y desaparezcan. Cuántas personas, por ejemplo, no le gritan un domingo en un estadio al pobre árbitro, lo que en la semana le hubieran querido decir a un jefe injusto y explotador en la oficina?, o cuántas otras no encuentran al celebrar un gol en las frías gradas de un escenario futbolero, en el abrazo solidario de alguien desconocido, el calor humano que en otros rincones han perdido?, o, cuántos no se alegran y hasta lloran con un triunfo tan ajeno a sus precarias condiciones sociales y económicas y que sienten como propio por el solo hecho de vestir una casaca?, o cuántas otras lloran de tristeza por una derrota del equipo, olvidando momentáneamente sus propias frustraciones que son más graves?
Definitivamente, el fútbol es tan lindo y tan útil, que no puede morir como infortunadamente ha sucedido con tantos ´´hinchas´´ que buscando espacios y tiempos llenos de luces, coloridos y bullicio, han encontrado la oscuridad y el silencio.
Algo debemos hacer todos para que el fútbol no muera. Y la solución no puede ser prohibir la entrada a los seguidores de los equipos visitantes, porque jugar ´´solos´´ es la negación de la sociabilidad del ser humano; tampoco puede ser no permitir el uso de camisetas que identifiquen a los asistentes, pues, eso sería equipararlas a la conducta delictiva del porte de armas, cuando sabemos que la calentura no está en las sábanas sino en el enfermo.
Ahora que están de moda los diálogos de La Habana, sería bueno que sin ir tan lejos, los amantes del fútbol como deporte y como diversión que al menos momentáneamente nos hace olvidar las problemáticas en medio de las cuales vivimos, nos sentáramos a fumar ´´la pipa de la paz´´ y llegáramos a un acuerdo de mínimos que nos permita volver a los estadios, con la tranquilidad de que vamos a volver sanos y salvos al hogar en el que nos esperan las personas que amamos y nos aman.
Por lo pronto, que mueran para siempre los ´´partidos a muerte´´, porque el fútbol, es vida y defenderlo, es un acto de amor.

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