Opinión

El rabo de paja de Uribe.

Andres Burgos New Por: Andres Burgos
Luego de la ronda de entrevistas que el expresidente ha otorgado a varios medios radiales y de televisión, denunciando lo que ha llamado “el carrusel de la reelección”, no me queda la menor duda de que su discurso además de ser acomodado y grosero, raya también en la inmoralidad y el cinismo.
Si bien es cierto que el expresidente dice tener pruebas de que este gobierno “derrochón” está comprando a los congresistas para garantizar su reelección, no es menos cierto que en su momento a su gobierno se le acusó de pretender reelegirse con maromas mucho más graves de las que hoy denuncia con vehemencia.
Uribe, que hoy acusa a Santos de ofrecer puestos políticos a cambio de favores electorales, ofreció la institucionalidad de su gobierno para mantenerse en el poder. Ad portas de anunciar su intención de reelegirse para el periodo 2006-2010 el expresidente autorizó la creación de varias notarías nuevas y el nombramiento de otros tantos notarios en tiempo record, que no eran más que cuotas políticas de por lo menos 30 congresistas, para que estos últimos votaran a favor de su reelección.
El escándalo que fue conocido como la “Yidis-política” produjo la posterior captura de Teodolindo Avendaño y Yidis Medina por el delito de cohecho. Curiosamente la justicia castigó a la parte que se dejó comprar pero jamás a los que ofrecieron las prebendas.
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Sabas Pretelt de la Vega, por entonces ministro de Justicia fue uno de los amigos de Uribe que se encargó de ofrecer el soborno a los parlamentarios. Antes de que el escándalo estallara, Uribe lo envió a la embajada de Italia con la intención de evadir su responsabilidad, y lo logró porque finalmente sólo fue castigado con una inhabilidad para ejercer cargos públicos por 12 años por parte de la procuraduría, no sin muchas presiones de varios sectores de la sociedad, porque ya antes nuestro procurador lo había absuelto.
Otro de los que sobornaron al Congreso, según Yidis Medina, fue Diego Palacio, ministro de Protección social de Uribe, que hoy no ha sido condenado.
La Corte Suprema de Justicia, que investigaba el caso, fue blanco de fuertes críticas de Uribe luego de las primeras condenas. Posteriormente se sabría de un andamiaje de espionaje del DAS al mejor estilo de la guerra fría, que seguía de cerca las conversaciones privadas de los magistrados de esta corte, y de paso hacía seguimientos ilegales a personalidades de izquierda y periodistas críticos del gobierno del expresidente.
María del Pilar Hurtado, directora del DAS de entonces y que hoy está prófuga de la justicia colombiana, se encuentra en estos momentos exiliada en Panamá, gracias a la mediación de Uribe. Bernardo Moreno, secretario general de la presidencia y amigo cercano de Uribe, enfrenta hoy un proceso por presionar al DAS para obtener informaciones confidenciales de manera ilegal. En este mismo proceso, un testigo clave acusó a José Obdulio Gaviria, hoy candidato al Congreso por el Uribe Centro Democrático, de conocer con suficiencia estas interceptaciones ilegales y solicitar información al respecto.
Así las cosas, antes de escuchar al expresidente con sus reiteradas acusaciones kafkianas contra el “carrusel de la reelección”, bien vale la pena refrescar nuestra memoria para recordar el inmenso rabo de paja del que muchos consideran un mesías político. Y no está de más tampoco recordarnos que quien tiene la razón no es quien grita más o el que parezca más bravo, sino el que cuenta con las evidencias que sostienen su discurso.
Si el expresidente Uribe tiene pruebas que demuestren la corrupción de su otrora mejor alumno, que las presente ante la justicia y que deje tanto alboroto, tanta grosería con los periodistas a los que no deja hacer su trabajo, tanta evasión de preguntas incómodas y tanta magnificación propia.
Bien sabemos que le urge mantenerse vigente ante la opinión pública pero, francamente, cada vez sus métodos resultan más inoficiosos y aburridores, por decir lo menos.
Twitter: @andresburgosb

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