Opinión

De lo que fue y será de las campañas electorales

Andres Burgos NewPor: Andres Burgos
Se viene el 2014 y con él las campañas electorales para Congreso y Presidencia. La historia reciente de Colombia nos dice que en nuestra política es frecuente el juego sucio, así que debemos prepararnos para enfrentarlo. Ya Uribe comenzó antes de tiempo su campaña denunciando “el cartel de la reelección” de Santos, quejándose del aumento irrisorio del salario mínimo –que curiosamente fue mayor que el de su último año en la presidencia- y mandando a su candidato presidencial a hablar mal de Santos cada tanto.

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Uribe empezó, pero el juego sucio viene de casi todos los frentes. Si bien es desconcertante el cinismo del expresidente que ya empieza a rayar en lo patológico, su conducta reciente es apenas un juego de niños en comparación con lo que el país ha tenido que vivir en las últimas campañas electorales.
En las elecciones anteriores, por ejemplo, fueron varios los candidatos que consiguieron votos de manera non sancta. El actual presidente de la república fue uno de ellos: Con el apoyo de la maquinaria uribista, Santos hizo una campaña negra de desprestigio hacia su principal contendor, Antanas Mockus. Recuerdo dos eventos lamentables que en esos tiempos me dieron una idea de la calaña de los políticos que elegimos:
El primero de ellos lo protagonizó el entonces presidente Uribe, que pese a la prohibición que tenía de participar en política, varias veces dejó en evidencia su preferencia por Santos. La más infame de ellas fue cuando en una clara referencia al mal de Parkinson que sufre Mockus, dijo que su gobierno requería continuidad y no podía conformarse “con un esfuercito de caballo discapacitado”.
El segundo evento fue obra y gracia de José Obdulio Gaviria: En una columna que publicó para El Tiempo llamada “Balada imprecatoria contra los listos”, el hoy candidato al Senado, con sus adjetivos grandilocuentes y su estilo intelectualoide, acusó a Mockus de pederasta apoyándose en una frase descontextualizada de su plan de gobierno que decía literalmente que «los niños y niñas tienen derecho a ser deseados o deseadas, por lo que es impostergable una política pública en materia de salud sexual y reproductiva». Una tergiversación horrorosa y mal intencionada de Gaviria que causó indignación entre los líderes del Partido Verde, entre ellos la hoy fallecida Gilma Jiménez, que justamente tenía por bandera los derechos sexuales de los niños.
No habiendo sido suficiente con este juego sucio promovido por la campaña de Santos, Noticias Uno denunció en su momento que había presiones del gobierno para que las 46.000 familias beneficiarias del programa “Familias en acción” votaran por él, so pena de negarles en adelante el auxilio de 100.000 pesos mensuales. Esta información luego sería confirmada por la ONG Global Exchange, que determinó que en los municipios de mayor cubrimiento de Familias en acción hubo un sorprendente porcentaje de la población que votó por Santos. Fueron casi 46.000 familias presionadas que se tradujeron en miles de votos ilícitos. El procurador jamás se pronunció al respecto.
Y ni qué decir de las cuñas radiales en las que algún locutor imitaba la voz de Uribe y su tono de capataz invitando a votar por Santos; o los comerciales en televisión de “Más trabajo, mejor pagado” copiados de la campaña de Porfirio Lobo, presidente actual de Honduras.
Lo anterior con relación a la carrera presidencial. Barbaridades semejantes se han visto en las campañas al Congreso. Basta con decir que de los últimos catorce presidentes del Senado, doce han sido investigados por nexos con paramilitares y cuatro de ellos ya han recibido condena.
Así las cosas, ya podemos darnos una idea clara de los que serán las próximas campañas electorales. Que no nos sorprenda entonces que los pastores cristianos que buscan curul, prediquen desde sus púlpitos que para alcanzar la salvación ya no sólo basta el diezmo sino que ahora también se requiere un voto.
Que no nos sorprenda que desde las cárceles los grandes caciques políticos pongan en las listas al Congreso a sus hijos, a sus hermanos o a sus esposas para que puedan legislar a su favor mientras el procurador calla.
Que no nos sorprenda tampoco la compra de votos, el robo de cédulas y la repartición de tamales y lechona como ya ha pasado y como sospecho, seguirá pasando.
Por eso hay que pensar el voto. No podemos permitir que los intereses económicos de unos pocos primen sobre las necesidades de la mayoría, ni que los mismos, de los que tanto nos quejamos durante cuatro años, se sigan perpetuando en el poder por nuestra falta de discernimiento al otorgarles un voto.
Así como hay candidatos bandidos y encubridores, también hay –aunque en menor proporción- candidatos éticos y preparados que buscan ganarse un voto por sus propuestas y no por sus influencias. Es nuestra responsabilidad como ciudadanos de bien, informarnos, conocer sus planes de gobierno, su trayectoria y así escoger a los que nuestro buen criterio considere el mejor.
Twitter: @andresburgosb

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