Opinión

Curso de comprensión de lectura para uribistas

Andres Burgos New
Dos rankings globales en los que el país fue protagonista, ocuparon las primeras planas de los periódicos hace ya algunas semanas: A comienzos de diciembre del año pasado se divulgaron los resultados de las pruebas PISA que ubican a Colombia como uno de los países del mundo con mayores rezagos en educación; exactamente un mes después, el Barómetro Global de Felicidad y Esperanza, reveló que somos el pueblo más feliz del mundo.
Aunque parezca irónico, las dos noticias pueden tener mucha relación si nos atenemos a la vieja idea de que un pueblo ignorante es un pueblo feliz. Los colombianos leemos poco y lo que leemos no lo comprendemos bien. Eso explica muchas cosas: Explica por ejemplo, nuestra ausencia de sentido crítico, la intolerancia, la polarización y la facilidad con la que idealizamos a nuestros ídolos.

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Eso explica también que tantos uribistas estén seriamente preocupados por cuenta de las negativas del Consejo Nacional Electoral con respecto al logo y al nombre del movimiento que aparecerá en el tarjetón. Y es que el Centro Democrático (antes Uribe Centro Democrático, luego Uribismo Centro Democrático) nos ha demostrado ya en tres ocasiones que para sus publicistas es imprescindible que el electorado vincule la cara o el nombre de Uribe a su movimiento.
Y la razón es sencilla: Temen que sus posibles electores confundan al Centro Democrático de Uribe con el movimiento que se creó en su nombre, el Partido de la U, que ahora defiende las banderas de la paz negociada, impensable para el séquito del expresidente.
Pienso que la razón es válida y que en efecto serán muchos los electores que se confundan, porque más de una vez han demostrado carecer de discernimiento; pero más allá de la confusión de los incautos, lo grave del asunto es que desde el mismo partido se asuma que los electores votarán más por una imagen o un nombre, que aún conserva algo de popularidad, que por las propuestas de sus candidatos.
Obviamente los futuros votantes asumen que las tesis de sus aspirantes a Cámara y Senado son las mismas tesis que Uribe defiende a capa y espada, porque el expresidente no los hubiera recibido en su partido si tuvieran alguna pizca de independencia y porque los mismos candidatos no hacen más que replicar los tuits amargos de Uribe, odiar lo que el líder odia y apoyar lo que este apoya; pero valga recordar que ya antes Uribe les dijo por quien votar, y ahora se arrepienten con alevosía.
Por eso no está de más invitar a los votantes uribistas y a los de los demás partidos, a que comprendan que el compromiso con la democracia no es sólo ir a depositar un voto por quien habla más duro, por quien tiene más carácter o por quien vota la familia entera; el compromiso también implica conocer las propuestas, discernir entre los buenos candidatos y los delincuentes en potencia y tomar una decisión aterrizada, basada en el compromiso social y la simple comprensión de lectura. Esto puede acarrear sorpresas desagradables, pero es el único mecanismo en que garantizaremos que aquellos que van a legislar a nuestro nombre, sean por lo menos aptos y no salgan del Congreso directo para la cárcel, como ya ha pasado tantas veces con los que en algún momento recibieron el apelativo de “buenos muchachos”.
Twitter: @andresburgosb

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