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Farc afirman que sus atrocidades no son equiparables con crímenes del Estado y hablan de reparar errores

minas3–Las Farc descalificaron una vez más al General retirado y exsecuestrado Luis Herlindo Mendieta Ovalle como «víctima» del conflicto y reiteraron que su «lucha es por los desfavorecidos» con «un sentido altruista». Además, tras admitir que su guerra «no ha estado exenta de fallas graves» y que están dispuestos «a superar», afirman que esas «fallas que nunca podrían ser equiparables a los crímenes del Estado y del bloque de poder dominante».

Los planteamientos corresponde a un escrito publicado en internet por alias Fabián Ramirez, uno de los cabecillas del equipo negociador del grupo guerrillero en las conversaciones de La Habana, quien reseña en primera instancia que allí «han llegado tres grupos de víctimas del conflicto que hace más de cinco décadas se vive en Colombia», que «las dos primeras, arribaron desprendidas de odios y resentimientos o de cualquier inclinación personal» y que «en el tercer grupo de víctimas, venía un combatiente afectado del conflicto», en referencia al General Mendieta.

Anota que «lo particular de los hechos es que un no víctgima del conflicto, el general Mendieta, a quien le atribuyen violaciones a los derechos humanos, se tomó la facultad de hablar a nombre de las más de 6.5 millones de víctimas del conflicto colombiano, además traía la decisión de llegar a La Habana, no para aportar en la búsqueda de la Paz y la Reconciliación, sino a disparar su odio personal contra el proceso».

Según el cabecilla del grupo guerrillero, «con esta situación un poco bochornosa, quedó claro que el único que se expresó contra el Proceso de Paz, fue el general Mendieta. Por sus estridencias se opacaron las voces que clamaban por el cese bilateral de fuegos en
esta tercera delegación de víctimas».

Agrega que a la Mesa de Diálogo en La Habana, los visitantes que han venido integrando estos tres grupos llegan a expresar libremente su posición como víctimas del conflicto y que «las delegaciones de paz del Gobierno y de las Farc, respetuosamente tienen el deber de escucharlos y tomar atenta nota para que en su debido momento se reconozca, se resarza, se repare y se haga el compromiso de que este tipo de hechos no vuelvan a ocurrir jamás, como jamás deben repetirse las violaciones a los derechos humanos en general, incluyendo los económicos, sociales y culturales que hoy por hoy afectan al conjunto de la nación».

Más adelante señala que «los voceros del régimen que jamás han admitido que desde su seno se han trazado políticas criminales, se llenan la boca diciendo que el Estado ya reconoció sus violaciones y los paramilitares también, y que ahora le toca a la guerrilla» y subraya:

«Desde el reino de la impunidad se nos hacen estas exigencias cuando, de manera clara, en múltiples ocasiones, pero desde la orilla de los perseguidos, hemos dicho que nuestras faltas las reconocemos, que nuestra disposición a reparar los errores que se hayan cometido en esta larga confrontación los asumimos con entereza revolucionaria, convencidos que jamás ha habido en nuestros actos mala fe o políticas trazadas a vulnerar los derechos del pueblo».

Además precisa que «afortunadamente, las mismas personas que nos han visitado como víctimas han hecho claridades sobre muchas de las mentiras a las que nos referimos, y muchas también con espíritu de concordia nos han elevado sus razonables quejas por hechos que han considerado llenos de injusticia. En contraste, pero rezagadas quedan las intensiones malévolas de los medios guerreristas, o de personajes como el procurador, o de partidos políticos como el Centro Democrático, en cabeza de un principal violador de los derechos humanos, mafioso y paramilitar, como lo es Álvaro Uribe Vélez, que siempre se oponen a cualquier intento de reconciliación porque no son los hijos de ellos los que mueren en los combates o en las masacres que ellos mismos han preparado desde las alturas de su mezquindad».

Finalmente, dice: «De todas maneras en Colombia el clamor por que se firme un cese bilateral al fuego es cada día mayor, como creciente es el anhelo de que se le den las salidas justas y efectivas a todos los problemas que azotan y tienen en la miseria a la población colombiana. La voz mayoritaria de la nación clama por que se erradiquen las causas que le han dado origen y vida a la violencia, clama por que se llegue a un acuerdo final que deje atrás y para siempre esta guerra fratricida que nos desangra».

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