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Timochenko le reitera invitación a Uribe para un diálogo directo sobre el proceso de paz

FARC- TIMOCHENKO–Bajo la expresión «Ave María, Doctor Uribe, conversemos», el cabecilla de las Farc alias «Timochenko» le reiteró la invitación al expresidente y senador Alvaro Uribe Vélez para que se reunan a dialogar directamente sobre el proceso de paz.

Como lo informamos oportunamente, la víspera el exmandatario rechazó la propuesta del mandamás de las Farc y este le envió una segunda carta en la cual le insiste en su propuesta de diálogo.

«Por primera vez no leo en sus palabras ningún adjetivo insultante de carácter personal. Algo avanzamos, sin duda», señala alias Timochenko en esta segunda carta al expresidente Uribe, en la cual, además aclara que no es médico.

«… el Presidente Uribe debe saber bien que aquello de médico, referido a mí, no es más que otra tanta de las invenciones del servicio de inteligencia militar, interpreto que intenta responderme, con su ya conocido estilo personal», precisa.

Algunos apartes de esta nueva misiva al jefe del Partido Centro Democrático son los siguientes:

«Doctor Uribe, para que la ciudadanía en Colombia pueda inferir que las Farc somos ajenas a cualquier delito cometido, necesitamos también de su sensatez, que Usted y los de su movimiento político acepten con cordura realidades incontrastables».

Vale la pena empezar por revisar el vocabulario y hacerlo acorde con las cifras reales al respecto. En mi modesto parecer, los colombianos están cansados de sus palabras tan subidas de peso y tono, pánico ciudadano, control territorial terrorista, incremento de la criminalidad, capacidad criminal, tiranía, chantaje, impunidad. No quisiera parecer grosero, cuando pretendo llamarlo al diálogo, pero si nos vamos a eso, qué tal Colombia diez años atrás.

Doctor Uribe, el acuerdo de Jurisdicción Especial para la Paz ha sido aplaudido hasta por la Corte Penal Internacional. Es cierto que resulta imposible dejar satisfecho absolutamente a todo el mundo, pero cuando el gobierno de los Estados Unidos, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el gobierno suizo e incontables estudiosos se pronuncian satisfactoriamente al respecto, no crea Usted que la astucia de las FARC es capaz de engañar a tanto iluso.

Concita permanentemente Usted la inconformidad de las Fuerzas Armadas, echando mano a argumentos que si los examinamos con detenimiento no resisten el mayor análisis. Yo sé que lo que voy a decirle puede parecerle una herejía, pero todo el mundo civilizado reconoce hoy que los encargados de hacer cumplir la Constitución y las leyes, los derechos consagrados por estas, son quienes mayor responsabilidad tienen cuando pasan sobre su deber para violarlas.

En eso consiste un Estado de derecho, entiendo. La legitimidad de cualquier Estado o gobierno deriva del respeto a la legalidad por parte de sus autoridades. Cuando la sal se corrompe no hay nada que hacer. Indudablemente, un importante sector de los mandos militares y policiales se hayan comprometidos en graves violaciones a la ley. Pues bien, la Jurisdicción Especial para la Paz les reserva un trato indulgente a cambio de la verdad sobre lo ocurrido.

¿Por qué razón hay que temerle tanto a la verdad, doctor Uribe? Nosotros vamos a poner la cara y a responder. Y sabemos que si faltamos a la verdad nos esperan hasta 20 años en prisión. Un criterio equivalente se aplicará para las fuerzas armadas oficiales, con quienes incluso se podría ser más estricto por su posición legal. Irlanda del Norte, Suráfrica y otros procesos de reconciliación nos enseñan que la paz es un bien superior por el que valen todos los sacrificios.

Los muertos y los atropellos nos duelen a todos. Nos anima el propósito de ponerles definitivamente fin en nuestra patria. Pero seamos objetivos, no busquemos tan solo la paja en el ojo ajeno. Por eso le insistimos, Presidente. No pensemos sólo en la empresa privada, el interés público cuenta más, sin arrollarla por ello. Con la paz ganamos todos, con ella no habrá perdedores. Ave María, doctor Uribe, conversemos, Usted tiene un puesto en el nuevo país.