Opinión

Mercado esmeraldero, el sueño verde

Luis Eduardo Forero Por: Luis Eduardo Forero Medina
La búsqueda de esmeraldas en Colombia en los últimos tiempos empezó en la década de los 40 del siglo XX, cuando lentamente fueron llegando contadas personas a las Regiones esmeralderas de Colombia (Boyacá y Cundinamarca), donde actualmente hay vigentes 344 títulos, la mayoría en Boyacá. En los años 50 sólo se conocían las minas de Chivor (Boyacá) y Gachalá (Cundinamarca), a 142 kms de Bogotá; en 1960 se descubrió la mina Peñas blancas en Pauna (Boyacá).

Fue en 1963 cuando comenzó a explotarse informalmente las minas, muchas veces por las eternas demoras estatales para otorgar o negar los permisos; trasladándose varios guaqueros a las minas de esmeraldas en Muzo (Boyacá), capital mundial de la esmeralda, a 182 kms de Bogotá. Las minas de Muzo se encuentran en territorios de los municipios de Quípama y Muzo. En 1968 se creó la Empresa Colombiana de Minas (Ecominas), que desapareció en 1991 con un entierro de tercera, siendo reemplazada por Minerales de Colombia S.A. (Mineralco)

El primer título minero se otorgó en Colombia en 1977 a Víctor Carranza Niño sobre las minas de Muzo de 50 hectáreas, que fueron explotadas cientos de años atrás por los indios Muzos. En ese mismo año se concesionó a Esmeralcol la mina de Coscuez de 220 hectáreas. En los años 80, la guerra verde dejo una estela de miles de viudas y huérfanos, contrariamente a la tranquilidad y reposo que encarnan la piedra. En esa misma década se dictó el Decreto 2655 de 1988 que permitió a los esmeralderos tener concesiones por 60 años, que aún siguen vigentes. En esa época se creó el Fondo de Fomento de Metales Preciosos, y en 1993 la Bolsa Colombiana de Piedras Preciosas. Para los años 80 algunas fuentes calculan que en Muzo había más de 35.000 guaqueros, que en 1998 en parte se trasladaron a Maripí (Boyacá), donde habían sido descubiertas dos ricas minas de esmeraldas. En esos años se hallaron las esmeraldas más grandes del mundo: Tito, Fura, Tena, y Emilia que se exhibe en el Museo del Oro de Bogotá.

Antes de Carranza, fue Salinas; y después fueron apareciendo clanes, muchos ex empleados del Zar o sus enemigos, ligados al negocio de la piedra de las hadas. Así surgen los herederos de Gilberto Molina, Pablo Elías Delgadillo y Luis Eduardo Murcia Chaparro; Jesús Hernando Sánchez Sierra, Horacio Triana, Juan Beetar, Pedro Nel Rincón, Diosdé González, Tiberio González, Nelson Palacios, Julio Solano,Leonardo Pulido Solano, Víctor Hugo y Julio César Umbacia Bohórquez, entre otros.

En el planeta, la esmeralda colombiana está catalogada como la mejor del mundo, “por la alta calidad, las características especiales de brillo y color de la piedra”, indica la Federación Colombiana de Esmeraldas (Fedesmeraldas). El año pasado la producción de esmeraldas llegó a 1.782.058 miles de quilates, un 15 % más que en 2014, según el Sistema de Información Minero Colombiano (Simco). Las principales minas de donde se extrajo la piedra bruta fueron de las minas de Muzo; Cunas; Coscuez, la tercera mina más productiva; La Pita, la cuarta mina más productiva, Chivor y el Consorcio. Los principales compradores de las piedras preciosas colombianas son Estados Unidos, Japón, Italia, Alemania, España, Emiratos Árabes Unidos, China, según la Asociación Colombiana de Exportadores de Esmeraldas, ACODES. En la realidad en materia de producción el gobierno siempre ha confiado de la buena fe de los esmeralderos, y éstos siguen esperando que el Estado se meta la mano al bolsillo para las actividades de exploración, y conozca de primera mano qué es adentrarse en un socavón de 50 metros o más, tras descender en una jaula ascensor para encontrar la morralla.
La dureza del sector del que comen más de 10.000 familias, se ve reflejada en el buen momento que atraviesa; la nueva Política Minera Nacional con que cuenta el país desde abril de este año; la creación para compradores y vendedores el año pasado del Registro Único de Comercializadores de Minerales (Rucom); el manejo del negocio por empresas nacionales y extranjeras, como Esmeracol, Compañía Colombiana de Explotaciones Mineras S. A. Coexminas S. A., Minería Texas Colombia, Emerald Planet y Perfect Emerald, entre otras y la formalización acelerada del mercado. Hasta para crear un municipio ha contribuido el sector, cuando los municipios de La Victoria, Muzo y Otanche impulsaron la creación hace 30 años del municipio de Quípama, todos en el departamento de Boyacá. Este año la pureza de la esmeralda colombiana se demuestra con el lanzamiento al mundo la marca Mothergem.
Los compradores se ponen color de hormiga cuando les meten gato por liebre, haciéndolas pasar sintéticas por originales, les venden una mala imitación o una gema sobrevalorada.

El brillo en el gremio se pierde cuando continúa solapadamente la guerra verde; o los pequeños mineros corren el riesgo que les arrebaten sus títulos; la afectación ambiental; el creciente incumplimiento de la ley minera en cuanto a requisitos de salubridad, seguridad, informalidad laboral en pequeños y medianos mineros; la pobreza de las poblaciones mineras, que padecen por años las necesidades básicas insatisfechas de sus pobladores, y en general el mal estado de sus carreteras.
De acuerdo a Cuini Amelio-Ortiz, que está en el ambiente esmeraldero, “invertir en piedras preciosas de buena calidad adquiridas a precios razonables, nos dará a largo plazo un rédito seguro”. En el centro de Bogotá se puede comercializar confiadamente la gema en el Emerald Trade Center, y si de turistear se trata visitar el Museo de la Esmeralda en esta ciudad, o una mina de esmeraldas en Gachalá.