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Cabecillas de las Farc reciben en La Habana cédula de ciudadanía, pero no podrán votar en el Plebiscito

Alias Iván Márquez exhibe su cédula de ciudadanía
Alias Iván Márquez exhibe su cédula de ciudadanía
–Con sus nombres y apellidos de «pila», dejando a un lado sus «alias» de más de 30 años, «Timochenko» y los demás cabecillas de las Farc recibieron en La Habana sus cédulas de ciudadanía–aunque en formato de contraseña–, hecho que constituye el primer acto para su reincorporación a la sociedad colombiana como consecuencia de los acuerdos suscritos por el grupo guerrillero con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos.

Para la foto, la mayoría uso «un saco y una corbata» que no se sabe de dónde salieron y que pasaron de uno a otro, entre los hombres, de acuerdo con el «orden jerárquico», así:

Timoleón Jiménez, IvánMárquez, Pablo Catatumbo, Carlos A.Lozada, Ricardo Téllez, Marcoleón Calarcá, Jesús Santrich, Gabriel Ángel, Matías Aldecoa, Edison Romaña, Fidel Rondón, Sergio Marín, Lucas Carvajal, Boris Guevara, todos integrantes del equipo negociador en las conversaciones de paz.

También recibieron el documento de identidad las mujeres, igualmente partícipes en el proceso: Victoria Sandino, Alexandra Nariño, Antonia Simón y Milena Reyes.

Empero, aunque ya son ciudadanos en la legalidad, ninguno podrá votar en el Plebiscito del 2 de octubre, para refrendar el acuerdo del fin del conflicto, porque casi todos han recibido condenas por crimenes cometidos en desarrollo de sus acciones armdas.

Los nuevos ciudadanos en acto previo a la cedulación
Los nuevos ciudadanos en acto previo a la cedulación
«Por primera vez en los últimos treinta años pisaba el territorio de mi patria en condiciones de legalidad. O en una ficción de ella». Con estas palabras, que interpretan el sentimiento de los restantes, reseñó alias Gabriel Angel el momento en que ingresó a la sede de la Embajada de Colombia en la capital cubana para «sacar» su documento legal de identidad.

«Estamos en Colombia, le dije a los demás en tono de complicidad. Dentro nos esperaban funcionarios colombianos, hombres y mujeres, amables, sonrientes, atentos. Algo ha cambiado, pensé. En el pasado solía captar otra actitud», detalló en una crónica publicada en la web del grupo guerrillero bajo el título «La cédula, trámite obligado hacia la reincorporación».

Y a continuación hizo la siguiente relación:

«Se trataba de cumplir el trámite para que nos expidieran la nueva cédula de ciudadanía. En primer término, y tras presentarse con nombre y apellido, un sonriente funcionario de la Registraduría nos explicó que estábamos ante uno de los compromisos del Presidente con las Farc. El propósito era ayudarnos en cuanto fuera posible para contar con nuestro documento de identidad. Sonaba algo extraño. Durante décadas jamás requerí documento que me identificara».

«El doctor, digo así porque supongo que el funcionario vocero debe tener un título universitario que lo acredite para ejercer su cargo y su misión, así es allá afuera, en Colombia, procedió cortésmente a explicarnos el procedimiento a seguir.

«Debemos responder a un pequeño cuestionario. Datos personales y familiares que resultan elementales para el objetivo perseguido. Espera nuestra máxima colaboración y comprensión. Por ejemplo, una dirección y un teléfono en Colombia adonde pueda sernos enviada cualquier notificación de la Registraduría. No debemos pensar mal, se trata de información confidencial.

«De todas formas debemos pensar en que los datos que entreguemos sólo serán la simple confirmación de la información que reposa en los archivos oficiales de seguridad. Esta vez es para la Registraduría, así que qué más da. Empiezo a pensar en la dirección que suministraré. Recuerdo la de la casa de mi finada suegra, donde vivía treinta años atrás, antes de ingresar a filas.

«Lo que no logro recordar es el número telefónico. Explican mi desmemoria tantos años sin llamar ni tener ningún contacto de esa índole. También debemos informar si alguna vez tuvimos cédula a nombre de otra persona, para cancelar las falsas, nos explica el funcionario. Múltiples registros dactilares pueden complicar la rápida expedición del documento auténtico».

Como lo constataría luego, el último de los trámites sería la toma de la fotografía. Sucede que los funcionarios se emocionan con la presencia de tres miembros del Secretariado de las FARC en su oficina, Timo, Pastor y Pablo, y quieren conservar el recuerdo del momento haciéndose fotografiar a su lado. Una de las nuestras entró en ese instante al despacho y salió a contárnoslo riendo.

Al parecer ya no inspiramos miedo, sino afán por una foto con nosotros. Algo está cambiando, hay que reconocerlo. Hasta donde recuerdo, algo semejante ocurrió en los otros procesos de paz, y la gente después no hallaba cómo esconder o desaparecer esas imágenes. La persecución resultó implacable siempre. Pero bueno, es que no hubo acuerdo, como ahora.

farc-cedula

Gabriel Angel narra otro episodio del proceso:

La encargada de tomar las huellas dactilares es una mujer madura y bonita que me da su nombre y se muestra muy cortés. A mi pregunta sobre de qué parte de Colombia es, me responde que del norte del Tolima, y yo le comento que allá nació también mi madre. Eso despierta un buen grado de confianza mutua y el procedimiento se desarrolla sin obstáculos.

Me asegura que de todos a los que ha tenido que manipular las manos, yo he sido el menos tensionado, y le respondo que debe ser porque siempre las mujeres han hecho conmigo lo que han querido, pues soy naturalmente propenso a la mansedumbre con ellas. Se ríe complacida. Al final me ofrece paños húmedos para limpiar la tinta que queda en mis manos.

Para la fotografía, el doctor me ayuda a vestirme bien. Me repara el nudo de la corbata y la sitúa en el punto correcto. Es que no hay espejos para verse. Le digo que cuando era niño, los domingos debíamos acudir en traje de corbata a la misa dominical. Obligación escolar. De pronto su gesto me hizo recordar al vecino al que acudíamos para que nos hiciera el nudo.

El fotógrafo, que antes me había retratado mientras respondía al doctor sus preguntas, supuestamente para el archivo de la Registraduría sobre la misión que cumplían, se muestra también muy cordial a la hora de fotografiarme para el documento. Me hace dos tomas y luego me las muestra, para recoger mi opinión. A los dos nos parecen bien, alguna escogerá él.

Y el final:

Salgo de nuevo al área de espera. Paso por una puerta abierta a cuyo lado hay un aviso de Agregaduría Militar. Dentro hay dos hombres maduros aprestándose a salir. Uno de ellos, de cabeza encanecida, tiene todo el porte de un oficial, aunque viste ropas civiles. Me observa sin saludar desde cierta distancia, con un claro dejo de superioridad en la mirada.

Su gesto me confirma lo que pienso, con seguridad debe estar enterado de que somos de las FARC y no logra disimular su prevención. Lo comprendo y no me ofendo por ello. Sé que en adelante nos tropezaremos con mucha gente como él y que tendremos que aprender a convivir sin rencores. El regreso a la vida civil está cada vez más cerca, flota en el aire, lo respiramos.

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