Opinión

MI REGALO DE NAVIDAD

Carlos Fradique Por: Carlos Fradique-Méndez
Abogado de Familia y para la Familia
DIPLOMADO EN EDUCACIÓN PARA LA VIDA EN FAMILIA (115)
Cuando ya había gastado 22 años de mi bolsa de vida asumí que me quedaban solo unos pocos. Decidí desafiar el final y con severa y constante voluntad lo he ido alejando. Varias veces me ha tentado pero sin éxito. Se que algún día me ganará la batalla. Pero no será fácil. Tendrá que luchar y persistir. Durante los años que han pasado siempre he sido generoso dando regalos de navidad a los demás, en la medida de mis acervos y ha llegado la hora de ocuparme de mis regalos.

Con los demás ya he cumplido. Me dedicaré con pasión de filigrana a darle todos los días un regalo de amor a mi existencia.

Ahora serán los mejores días, ya no es seguro contar años, ni siquiera meses, para recompensar todo lo bueno, todo lo inesperado que me ha dado la vida. Seré cuidadoso y exquisito en hacer feliz mi cuerpo, mi mente, mi espiritualidad, mi relación familiar, mi relación social. Esto es lo que somos, lo demás es mito. Y seguiré dándole vida a la naturaleza, a mi pedazo de tierra que veo rejuvenecer día a día como una valiosa fábrica de oxigeno que dará alegría y paz y solaz en el final, no lo veo cercano, de mis días. La primera obligación de los humanos debe ser cuidar y recuperar la naturaleza sobre todas las cosas. ¿Para qué enseres y vanidades, si no tenemos casa? Y la casa del más allá es incierta.

Ya tengo un diagnóstico sobre lo que en realidad es lo que llamamos vida, a semejanza de un examen médico ejecutivo y atenderé todas las recomendaciones. He visto mi pasado y como de nada debo arrepentirme, solo me servirá para no incurrir en nuevos errores. Pero es posible que sin esos yerros no hubiera logrado varios de lo que considero éxitos. Sin cometer errores la vida sería plana y vacía. Sin emociones. Cuando había gastado mis primeros 22 años era ingenuo, soñador y tenía muchas gigas vírgenes. Hoy he vivido, sé que he vivido, siento que he vivido pero todavía no lo suficiente como ha debido ser. Por fortuna atendí la lección de un profesor en la universidad que me dijo: la primera revolución que debemos hacer es la uno. Y la hice con resultados plausibles.

Satisfecho como estoy, el tiempo que me queda de vida será para ocuparme de mi felicidad y de la felicidad de quienes son mis razones de mi existencia. Evitaré la censura, el reproche, todo lo cercano al odio y al fastidio. Veré todo lo bueno en las maravillosas personas y cosas buenas que estarán a mi alrededor. Y para tener en jaque a la inexorable estocada final, que deberá ser noble e indolora, me daré lo mejor, sin escatimar, naturalmente que dentro de lo sensato, lo razonable, lo predecible.

No casaré peleas con los Dioses, ni con las ideologías y menos con el pasado que es una suma de lo que se hizo, para unos bien, para otros mal. Es muy difícil que a esta hora de mi vida pueda enderezar entuertos. Haré lo que pueda para que no haya más por cuenta mía, bien por acción o por omisión. No tengo tiempo ni espacio para dar consejos. Muchos sabios los han dado y sobre esto debo decir que hay suficiente ilustración. No sobra recomendar que los lean y los apliquen según su leal saber y lo que deben entender. Empecemos a recorrer lo que puede ser un nuevo camino o un tramo más del viejo camino con la seguridad de que en la berma solo encontraremos vida, amor y felicidad y todo será cercano a lo maravilloso. Buen viento y buena mar como se ha dicho desde la antigüedad.

La Vega, Vegaterapia, 4 de diciembre de 2016

Bogotá, 19 al 25 de diciembre de 2016.

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