Bogotá

Padre Javier de Nicoló: un legado que no puede olvidarse ni desaparecer

Un año después de su fallecimiento, el padre Javier de Nicoló fue recordado por el concejal Jorge Torres gracias al inmenso legado y obra del sacerdote salesiano, una de las personas que de manera integral dedicó su vida al trabajo por los niños, niñas y jóvenes en situación vulnerable en la ciudad.

“Hoy recuerdo desde lo más profundo de mi corazón al padre Javier de Nicoló, quien murió a los 88 años de edad y que dedicó más de 50 años de su existencia a los jóvenes y niños más pobres y abandonados de nuestro país. Fue fundador de una entidad clave para los bogotanos: el Instituto Distrital para la protección de la niñez y la juventud, el Idipron, que se formó gracias a un Acuerdo de la ciudad hace 50 años”, manifestó durante la sesión de este día miércoles el concejal Torres.

El cabildante espera que en las próxima sesiones ordinarias del Concejo se dé trámite al Proyecto de Acuerdo que radicó en el que busca que el Idipron, creado mediante acuerdo distrital 80 de 1967, se denomine Instituto para la Protección de la niñez y la juventud “PADRE JAVIER DE NICOLÓ”.

“El padre Javier de Nicoló permanece presente en cada una de las obras que creó tanto en Bogotá como a nivel nacional y su memoria perdura en los miles de jóvenes que abandonaron las calles y las drogas. Fueron miles los muchachos que logró rescatar gracias a su apuesta por la niñez más pobre en quienes hizo posible nuevos proyectos de vida para que fueran mejores personas y ciudadanos honestos”, expresó el cabildante.

La iniciativa que ya está radicada en la secretaría general del Concejo, contempla además la creación de la Orden Civil al Mérito JAVIER DE NICOLO, en el Grado Cruz de Oro, como un reconocimiento a las organizaciones sociales y/o comunitarias o personas naturales que se hayan distinguido por sus actividades y servicios prestados a la ciudad para mejorar las condiciones de vida de niños, niñas y jóvenes en situación de alta vulnerabilidad social, económica y familiar, y que por sus méritos sean merecedoras de este reconocimiento público.

La idea es que en el mes de abril de cada año se entregue este reconocimiento con el cual la obra del padre Javier seguirá siendo recordada y enarbolada por quienes emulen su incondicional entrega hacia los menos favorecidos, especialmente quienes necesitan mejores oportunidades: los jóvenes.