Por:Carlos Fradique-Méndez
DIPLOMADO EN EDUCACIÓN PARA LA VIDA EN FAMILIA (146)
Abogado de Familia y para la Familia
En la columna pasada dije: “Si en esta época el promedio de duración de un primer matrimonio es de 8 a 10 años, la esperanza de celebrar estas bodas (Me refería a las bodas de plata y bodas de oro) es solo una ilusión. Personalmente creo que es necesario que la familia, la sociedad y el Estado, el trípode interinstitucional que garantiza la sana convivencia en una nación, se propongan recuperar el compromiso en la familia y la voluntad de permanecer unidos por largo tiempo.”

En esta me atrevo a señalar algunos REQUISITOS MÍNIMOS QUE PUEDEN AYUDAR A LA PERMANENCIA EN EL TIEMPO DEL CONTRATO DE MATRIMONIO o mejor de la convivencia en pareja, con la aclaración de que no soy terapeuta de familia y que me apoyo en la experiencia que me ha dejado el ser abogado de familia durante cerca de cinco décadas. Además, son sugerencias genéricas que cada lector las ajustará a sus personales condiciones de familia.

1) Formar pareja con la idea clara de que permanecerá por mucho tiempo y de que habrá voluntad positiva para superar las necesarias dificultades que se presentarán durante el curso de los días. Quienes se unen con la idea de que si no funciona la pareja, la vida en común de termina, seguramente se divorciarán o separarán al poco tiempo.

2) La familia es una empresa y como tal exige que los socios tengan capacidad para trabajar en equipo. Las individualidades generan fracaso. Quienes se presentan como solistas siempre tienen de apoyo un equipo de trabajo. En la familia debe haber un horizonte común que puede cambiar si las circunstancias cambian. Estos cambios son frecuentes.

3) Empresa que no se innova, que no se actualiza, puede fracasar, quebrar, para el caso en comento, llegar al divorcio. La monotonía cansa. El ser humano es soñador, quiere mejores días. La idea de casarse todos los días con

la misma persona, puede funcionar bajo el entendido de que en cada amanecer somos una persona diferente. Y es saludable recordar que llegará el amanecer en el que ya no somos.

4) En el mundo actual se debe tener capacidad para no depender de la tecnología. Cuando se cambia de pareja para casarse con un celular o con una tableta el divorcio está a la vista.

5) Capacidad para ser autosuficientes. Hoy todas las personas tienen oportunidad de crear su propio trabajo. Lo que no se puede pretender es igualdad en los ingresos o iguales competencias por lo que se reciba. Es violencia reclamar al otro porque no tiene ingresos o no tiene trabajo permanente. Lo que vale es la lucha y la entrega para vivir o sobrevivir.

6) Capacidad para compartir los gastos del hogar. Si solo uno aporta, que el otro ayude en el buen gasto. Es riesgoso que el que no aporta, ante su entorno, de la impresión de abundancia y muestre que puede comprar lo más costoso. Con prudencia, pero sin tacañería.

7) Es necesario manejar un margen aceptable de perdón por una parte y propósito de la enmienda por la otra. Como seres humanos los integrantes de la pareja cometerán errores. Algunos graves, que siempre podrán perdonarse si hay voluntad clara de no repetición.

8) Cultivo del compromiso permanente de respetar a la pareja. Hoy no es fácil convivir con una persona violenta. No se tolera ninguna forma de violencia. El masoquismo en pareja es de tiempos pasados.

9) Tener claro que el matrimonio consensual, mal llamado unión de hecho o unión libre. genera obligaciones, tanto como el matrimonio ceremonia.

10) Tener claro que a los hijos hay que sostenerlos y educarlos. La progenitura responsable es un deber ineludible. Dos hijos puede ser el número aceptable en esta época. Que los padres eduquen y formen a sus hijos para que éstos sean mejores que ellos.

11) No hay que pretender que las personas sean perfectas. Además la perfección no existe. Hay que aceptar a la persona como es y con la gran capacidad de corregir sus

falencias. No hace bien decir: “Yo soy así y a mí nadie me cambia.”

12) Si por alguna circunstancia, el divorcio se hace inevitable pedir ayuda para que se haga en los términos más civilizados, más justos, de tal manera que se logre el mejor acuerdo, y si se quiere que se haga el mejor negocio, que no siempre es el que deja mejores rendimientos económicos a un plazo inmediato. Hay que pensar en el futuro.

Cultivemos la paz, el amor y la concordia en nuestras familias, en nuestra sociedad y en Colombia para tener personas que rindan honor a su cultura de bondad para solucionar con prudencia sus conflictos.

Bogotá, del 14 al 20 de agosto de 2017.

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