Bogotá

Concejal Lucía Bastidas desmiente racionamiento de agua en Bogotá

Es importante que los bogotanos sepan que no hay razones para alarmarse por un supuesto desabastecimiento o racionamiento de agua potable en Bogotá en el 2019, como insinúo un reciente blog.

Si una ciudad ha trabajado con seriedad el tema del agua potable es la capital colombiana y aunque el agua es un recurso que se agota, la capacidad de ahorro que han demostrado los ciudadanos desde el 2003 ha blindado a la ciudad de problemas de déficit de este vital recurso.

Lo demuestran las cifras: en el 2003, cuando se formuló el Plan Maestro de Abastecimiento de agua, la proyección era que la ciudad consumiría en promedio 16,89 metros cúbicos por segundo de agua, pero ese gasto no se ha dado, de hecho bajó drásticamente en la década pasada cuando el consumo promedio llegó a niveles de 14 metros cúbicos por segundo.

Hoy, el promedio de consumo está en 15,5 metros cúbicos por segundo, incluidos diez municipios a los que la capital les vende el agua. Eso significa que estamos 1,39 metros cúbicos por segundo del promedio proyectado.

Es decir, tenemos un margen de reserva que, además incluye las proyecciones de crecimiento de población que el Acueducto estima al año en unas 47.000 viviendas. Además, las plantas del Acueducto están en capacidad de tratar 17 metros cúbicos por segundo. Entonces, el margen de seguridad es mayor.

Además, quiero mencionar que esta administración asumió con carácter de urgencia actividades de reforzamiento del sistema de tratamiento y suministro, no solo para blindar el abastecimiento sino para aumentar la capacidad de tratamiento.

Me refiero a los trabajos de ampliación de la planta Wiesner que permitirá ampliar la capacidad de tratamiento de agua en 3 metros cúbicos por segundo, y que se irá poniendo al servicio de manera gradual en los próximos años.

Además, se está realizando el proceso de reforzamiento en concreto de los túneles del sistema Chingaza, que abastece el 70 por ciento del agua que consume la ciudad.

Por Lucía Bastidas, concejal de Bogotá