Opinión

No nos limitemos al discurso…

Por Mauricio Botero Caicedo
Tanto la Altillanura colombiana como El Cerrado brazileño corresponden a una cuarta parte del área geográfica de cada país. En la Altillanura colombiana, como en El Cerrado en los años setenta, prácticamente no hay nada.

Jaime Triana Restrepo, anterior director regional de Corpoica explica que “en base a una decidida voluntad política y un enorme esfuerzo público privado para crear vías, electrificación, salud, nuevos asentamientos humanos, cooperativismo, ciencia y tecnología, incentivos específicos del gobierno, líneas de créditos para el desarrollo lograron que El Cerrado brasilero se convirtiera en una gran región productiva y en un enorme polo de desarrollo, crecimiento y empleo. El Cerrado, una región que hasta la década del 70 no producía absolutamente nada, cuenta con 13,5
millones de héctareas productivas con cultivos anuales y 2 millones de hectáreas con cultivos permanentes y forestales.

Contribuye con el 55% de los cultivos de soya, 78% del algodón, el 27% del maíz y
allí pasta el 41% del hato ganadero de 163 millones de bovinos, y registra una producción de granos que supera las 70.000 millones de toneladas, aportando más del 30% de PIB agrícola del país.”

Aquí en Colombia seguimos predicando que la Altillanura es el futuro del país. Pero aparte de la chachará, los gobiernos no están dispuestos a hacer mayor cosa. Eso que haya una “una decidida voluntad política y un enorme esfuerzo público privado para crear vías, electrificación, salud, nuevos asentamientos humanos, cooperativismo, ciencia y tecnología, incentivos específicos del gobierno, líneas de créditos para el desarrollo” parece que se limitara exclusivamente zaa losbrasileños. Pero tenemos que tener la absoluta certeza que mientras que el Estado no ponga de su parte, el sueño del desarrollo de la
Altillanura colombiana va a seguir siendo exactamente eso: un sueño.