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Partido Boca – River quedó aplazado para este domingo por hechos de violencia

Una ola de hechos de violencia que se desató con la agresión al bus que transportaba a la plantilla de Boca Juniors. El partido, después de muchas discusiones, en un clima de tensión y enfrentamientos constantes de hinchas con la policía, y con la negativa de Boca de jugar por el estado de sus futbolistas, finalmente se suspendió para este domingo a las 3 p. m. (hora colombiana).

Si el partido de ida en La Bombonera, que quedó 2-2, se suspendió 24 horas por un diluvio, el de vuelta fue por una lluvia de piedra que desató una tarde de vergüenza para el fútbol argentino. El episodio comenzó cuando el bus de Boca llegaba al estadio y se topó de frente con una horda de aficionados de River Plate que lo recibieron con piedras. Adentro venía la plantilla de Boca. Los jugadores, entre ellos los colombianos Edwin Cardona, Wílmar Barrios y Sebastián Villa, cantaban y arengaban para hacer frente al clima de tensión que encontrarían; de fondo sonaban las sirenas policiales que los escoltaban y que fueron insuficientes. Entonces los futbolistas fueron sorprendidos por impactos en las ventanas, los jugadores se refugiaron dentro del bus, en minutos de mucho drama para el equipo, con esquirlas, y con gases que inundaron el aire en segundos.

Pablo Pérez, capitán de Boca Juniors, fue el más afectado. Tuvo que ser trasladado a una clínica luego de la agresión, por recibir esquirlas en un ojo. Lo mismo que Gonzalo Lamardo. Los demás jugadores llegaron al camerino visitante del Monumental con malestar, producto de los gases usados por la policía para dispersar a los aficionados. Carlos Tévez, ícono del equipo, vomitó varias veces en el vestuario, según informaron desde el club.

“Fue un descontrol en las últimas calles cerca del Monumental. La policía se vio desbordada ante tanto vandalismo y tuvo que dispersar a los hinchas de River con gases lacrimógenos, los cuales, por efecto del viento y las ventanas rotas ingresaron al micro”, dijo Juan Carlos Crespi, exdirigente boquense. Óscar Moscariello, vicepresidente de Boca, aseguró: “Tenemos jugadores heridos, no estamos aptos para jugar. La posición de Boca es que el partido no se puede jugar”.

En ese escenario, comenzaron una serie de reuniones entre dirigentes de ambos clubes, de la Conmebol, y de seguridad. Hizo presencia hasta el presidente de la Fifa, Gianni Infantino. Boca no quería jugar. Sin embargo, la Conmebol anunció que el partido se jugaría a las 4 p. m., después de un informe de la Comisión Médica de Conmebol, presidida por Osvaldo Pangracio, que decía que no se les permitió constatar las lesiones de los jugadores y así se desestimó la posibilidad de suspender el encuentro. El jefe del servicio médico de Boca Juniors, el doctor Jorge Batista, ratificó las lesiones en los ojos de los dos jugadores, uno de ellos Pérez, y los constató con los exámenes médicos realizados en el Sanatorio Otamendi.

Las reuniones continuaron mientras se presentaban altercados a las afueras del estadio y la amenaza de hinchas que al parecer pretendían entrar sin boleta. El partido volvió a aplazarse, para las 5:15 p. m. En la cancha todo se dispuso para que los equipos salieran a calentar, pero Boca no salía de su camerino. Al fin salió Tévez y manifestó su negativa a jugar. “Nos duele la cabeza, salimos a hablar para decir que nos están obligando a jugar, tenemos compañeros que no están bien físicamente. No se puede creer”, dijo el jugador.

En la última de tres reuniones a puertas cerradas, realizadas en la Presidencia de River Plate, se determinó postergar el encuentro para el domingo. La fecha es la única posible porque el calendario de la capital argentina registra en la próxima semana la reunión de presidentes mundiales del G20 y la seguridad tornaba imposible disputar esta final en otra fecha.

“Un equipo no puede jugar y el otro no quiere ganar en estas condiciones”, declaró Alejandro Domínguez, presidente de Conmebol, a periodistas al anunciar el acuerdo entre los presidentes de ambos equipos para aplazar el partido en el estadio Monumental debido al ataque de fanáticos del Millonario al autobús que llevaba la plantilla del Xeneize al escenario deportivo. “No estábamos en condiciones para afrontar este partido. Los partidos lo ganamos o lo perdemos en la cancha. Pero con varios jugadores que terminaron lesionados, con otros a los que les hacía falta el aire, las condiciones no estaban dadas para jugar por esta agresión”, indicó Daniel Angelici, presidente de Boca.

Algunos aficionados, que llevaban horas esperando una decisión final, se manifestaron violentamente en el interior del estadio. Hubo estampidas y enfrentamientos con la policía. Incluso, al presidente de River, Rodolfo D’Onofrio, tuvo que correr a refugiarse mientras daba una entrevista.

La batalla continuó afuera del escenario, donde hubo más enfrentamientos y caos. Al menos 29 personas habían sido detenidas en la noche del sábado por los incidentes que se registraban en los alrededores. El estadio MOnumental fue clausurado y se esperaba que se levantara la medida para poder disputar el partido. Para colmo, el futbolista de Boca, Darío Benedetto, prendió otra mecha al afirmar: «Que le den la Copa a River, que tiene tanto peso en la Conmebol y no hacen nada».