Opinión

Humedales, Orgullo de Colombia

Por: Luis Eduardo Forero Medina
Los humedales, chupqua (chucua) como lo llamaban los Muiscas, son más de treinta mil a nivel nacional; doce declarados patrimonio de la humanidad; siendo el último en escalar esa categoría el Complejo cenagoso de Zapatosa, con 123.624 has protegidas, el humedal continental más grande de agua dulce que tiene el país, ubicado entre los departamentos de Cesar y Magdalena.

Once humedales de Bogotá igualmente se encuentran en la categoría Ramsar, convirtiéndola en la primera ciudad de Latinoamérica en tener ese título, que se traduce en la posibilidad de acceder a recursos para protegerlos y desarrollarlos sosteniblemente. Ramsar, nombre derivado de la ciudad de Irán, fue donde se firmó la Convención por 168 países va a hacer 44 años, cuando no había interés por el medio ambiente. El complejo de humedales urbanos de Bogotá está integrado por Tibanica, la Vaca Norte, El Burro, El Tunjo, Capellanía, Santa María del Lago, Jaboque, Juan Amarillo, La Conejera, Torca-Guaymaral y Córdoba. En este Humedal, si escucha un “chip” fuerte repetido desde algún árbol o arbusto, es un colibrí chillón; si lo que percibe es un movimiento lento debajo de los troncos secos y rocas, es la culebra sabanera. En Bogotá entre los años 2008 y 2012, habían asignados para recuperación de humedales $31.279,9 millones, de los cuales se ejecutó sólo el 64,8% ($20.000 millones).
“La declaración RAMSAR no garantiza nada si no se logra complementar con acciones efectivas”, expuso la Fundación Humedales de Bogotá.
En Colombia todos vivimos cerca de un humedal de agua dulce o de agua salada; distribuidos en 1094 municipios, representados principalmente en bosques inundados, ciénagas, lagunas, madreviejas, pantanos, sabanas y turberas. La mayoría de localidades no cuentan con mecanismos de gobernanza de esos cuerpos de agua tan frágiles. Los otros humedales Ramsar en Colombia, “país anfibio”, como lo llama Humedales Bogotá son, Sistema Delta estuarino del Río Magdalena, Ciénaga Grande de Santa Marta en el Caribe colombiano, el primero en ostentar esa designación hace 20 años; es la laguna costera más grande y productiva de esa parte del país. La laguna de la Cocha en Nariño, fue el primer humedal Ramsar de este siglo; según la leyenda la Cocha se derivó de un agua derramada de una totuma, que creció tanto que terminó dejando sumergidas siete ciudades. La Estrella Fluvial del Inírida, el más grande humedal, donde se confluyen los ríos el Guaviare, el Atabapo y el Inírida, fuente del Río Orinoco, de los más largos del continente y el tercero más caudaloso del mundo, señaló el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. En la Estrella Fluvial viven 4318 personas de los Puinave y otro tanto de la comunidad indígena Curripaco. El Sistema Lacustre de Chingaza o Parque Nacional Natural Chingaza, ubicado a menos de dos horas de Bogotá. Delta del río Baudó en Chocó, en la cuenca del Pacífico colombiano, corto pero caudalosísimo. La laguna del Otún, en jurisdicción de los departamentos de Caldas, Quindío, Risaralda y Tolima, y la laguna de Sonso, en el Valle del Cauca, asociada con 26 humedales ubicados en cuatro municipios.
A los anteriores, este año se sumaron cinco nuevos humedales tipo Ramsar: Los ya citados Ciénaga de Zapatosa y los de Bogotá; los Lagos de Tarapoto, que tras una década de trabajo conjunto entre WWF-Colombia y otras organizaciones, entró en la selecta lista. En Tarapoto es donde mayor hacen presencia delfines de río en la Amazonia colombiana. La Ciénaga de Ayapel en el departamento de Córdoba, reconocimiento que se logró después de un trabajo de cinco años de varias entidades, entre ellas Corpoayapel y la CVS; y el río Bitá, el primer río protegido del país, ubicado en Vichada, en la Altillanura, en la Orinoquia colombiana. El Instituto Humboldt fue aliado en apoyo técnico y científico para este propósito.
Son increíbles las funciones de los humedales, además de la gran biodiversidad que albergan; son barreras en inundaciones, salvaguardan en las tormentas, amortiguan la temperatura, contribuyen a controlar la erosión, apoyan a la seguridad alimentaria y laboral, aportan beneficios culturales, son una respuesta al cambio climático y acumulan aguas en épocas de sequía y ciclones. Los humedales nos proporcionan casi toda el agua dulce, indica ONUMedioAmb; y ayudan “para la salud y el bienestar de las personas en todo el mundo», reveló la FAO. Los humedales urbanos “ son los descansaderos del agua” y la suministran; sirven como recursos alimentarios ( pesca, cacería), en irrigación, producción de energía, y solaz esparcimiento, invitando “a la contemplación, la reflexión y la calma”.
En los humedades para que sean sanos, por lo general solo se permiten actividades de conservación, control, educación, investigación y recuperación. Como otros ecosistemas, los humedales se eclipsan lentamente; en el mundo el 64% ha desaparecido desde 1900, muchas veces para darle paso a construcciones e infraestructura o en comercio ilícito de aves. La UNESCO dijo que la pérdida de los humedales sería irreparable, “sin humedales no habrá agua y pone en peligro el bienestar de los seres humanos”. Gabriel Vallejo López, exministro de Medio Ambiente, sentenció que «no se puede plantear un futuro sin humedales”. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), trabaja en la recuperación de humedales nativos en Colombia.
@luforero4