Opinión

\¡Dad de comer a 821 millones de personas!

Por: Luis Eduardo Forero Medina
Los pueblos han logrado avanzar de alguna manera en la solución de problemas de educación, construyendo escuelas; de comunicación , haciéndolas más veloces; de movilidad, cimentando vías 4G, etcétera; sin embargo el derecho que tenemos todos de alimentarnos, y prevenir el hambre y la malnutrición sigue atado para algunos.

Consecutivamente en el mundo en 2015, 2016 y 2017 millones de seres humanos seguían en la inopia, balbuceando «Tengo hambre»; el hambre creció hasta llegar al equivalente a más de dos veces la población de América del sur, unas 821 millones de personas en todo el mundo; 1 de cada 9 personas padece de hambre. En Asia y África es donde más se sufre hambre; en América Latina y el Caribe, el hambre afecta a 39.3 millones de personas. Conforme a un nuevo informe de Naciones Unidas, presentado en la segunda semana de este noviembre, “el hambre, la desnutrición, la carencia de micronutrientes, el sobrepeso y la obesidad afectan más a las personas de menores ingresos, a las mujeres, a los indígenas, a los afro-descendientes y a las familias rurales de América Latina y el Caribe”. En América del Sur la subalimentación ha aumentado.
En menos de un mes vence la Hoja de Ruta de la Cooperación Internacional para Colombia 2015-2018, quedando al descubierto que es mera letra el artículo 44 de la Constitución Política, en cuanto son derechos fundamentales de los niños, entre otros la alimentación equilibrada. Este año por lo menos han muerto de hambre y sed cuarenta niños en la Guajira. Mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición, forma parte tres iniciativas prioritarias para la región , de las cuales esta nación ha sido prevalecida para la segunda, que tiene como objetivos entre otros, mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición. “En Colombia no radica tanto en la escasez de alimentos, sino en la imposibilidad de acceder a ellos. Parte de la explicación se debe al bajo nivel de ingresos de la población vulnerable, y la distribución de alimentos, que en muchas ocasiones generan alzas notables e injustificadas de los precios” , de acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). En Colombia son más de 4.4 millones de compatriotas subalimentados, mayormente en el campo, en las montañas y en áreas sub urbanas; “lo que supone un regreso a niveles de 2010 por factores entre los que destaca la variabilidad del clima”.
Las millones de personas que soportan hambre o están malnutridas, con el fin de atender otras necesidades básicas, adquieren como suplementos alimenticios productos poco nutritivos; encarnando los dichos «A buen hambre, no hay mal pan», o «Al que no le gusta el caldo, le dan dos tazas». De ordinario esa comida es preparada con bastante contenido graso, azúcar y sal.
Como “vergonzoso” califica el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018, el “ hecho de que una de cada tres mujeres en edad reproductiva en el mundo se vea afectada por la anemia”; agregando que “se ha avanzado poco en la reducción del retraso del crecimiento infantil, con casi 151 millones de niños menores de cinco años demasiado bajos para su edad debido a la malnutrición en 2017”. En el citado informe, se hace un llamamiento para implementar y ampliar las intervenciones dirigidas a garantizar el acceso a alimentos nutritivos rompiendo el ciclo intergeneracional de la malnutrición.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) pone de relieve que “se requiere el fomento de la cooperación internacional para asegurar la inversión en la infraestructura y la tecnología necesaria para mejorar la productividad agrícola”. Cinco son los Programas, organismos y agencias especializadas de la ONU, que están al frente de la tarea de que se llegue a un mundo sin hambre, y les queda una docena de años: el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) , la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la FAO, entidad que destacó que “para erradicar el hambre en el mundo necesitamos alimentos inocuos, nutritivos y de calidad”. Al unísono “llaman a los países a aplicar políticas públicas que combatan la desigualdad y promuevan sistemas alimentarios saludables y sostenibles”.
El aumento del hambre se atribuye a los conflictos bélicos, la variabilidad climática y los fenómenos meteorológicos extremos; sumados a la ralentización económica o desaceleración económica. De esta manera, “sin un mayor esfuerzo”, es improbable que el mundo alcance el Objetivo 2 de los 17, de Desarrollo Sostenible de alcanzar el Hambre Cero para 2030. En los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio fijados en el año 2000, la erradicación del hambre era el Objetivo 1. En ese sentido hay “mucho trabajo por hacer para asegurarnos de no dejar a nadie atrás”.
En Uribia donde la mayoría de la población es Wayuu, el presidente Duque se refirió hace unos meses a las muertes de niños en La Guajira por malos manejos de programas de alimentación, precisando que garantizará que el Estado está por llegar con los beneficios sin intervención de los políticos en la contratación.
@luforero4