Dos años después de que el hit «Despacito» cautivara a una audiencia global, las estrellas latinas consolidan su lugar en la escena musical estadounidense, conquistando festivales e impregnando los ránkings, más allá de un éxito aislado.
El reconocido festival ‘Coachella’ en Estados Unidos -que transita su segundo fin de semana- ha incluido este año una cantidad sin precedentes de cantantes hispanoamericanos, símbolo de la influencia en un país donde 41 millones de personas tienen al español como su lengua madre.
Y no son solo invitados en shows de terceros o a escenarios secundarios: estrellas como el revolucionario reggaetonero J Balvin o el referente del trap puertorriqueño Bad Bunny, han ganado espacios clave y con exclusividad.
Además, lo hacen con letras en español, a diferencia de predecesores de renombre, como Ricky Martin, Shakira o Gloria Estefan.
Bad Bunny, de 25 años y representante de un género que mezcla reggaeton con elementos del hip hop del sur de Estados Unidos, encendió el escenario principal de Coachella en la primera semana, y actuará nuevamente este domingo.
«Estoy muy orgulloso de lo que represento, la comunidad latina que ha llegado lejos hablando su propio idioma», dijo, en español, a la multitud reunida para ver su show.