Opinión

Desertificación y sequía, El futuro se seca

Por: Luis Eduardo Forero Medina
Hace veinte años Colombia mediante la ley 461 en virtud de la cual el Estado está obligado a fijar planes a largo plazo en miras al aumento de la productividad de las tierras degradadas, entró a hacer parte de la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la Desertificación y la Sequía (UNCCD), suscrita en París el 17 de junio de 1994; uno de los tres tratados internacionales aprobados por 173 gobiernos en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992 sobre la desertificación; entendida como “la degradación de la tierra en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas”, originada por la actividad humana y las variaciones climáticas.

Los otros Tratados refrendados en esa oportunidad profundamente relacionados con el UNCCD, son La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CNUDB).
En el tema de sumo interés a nivel mundial pues la mayoría de países han ratificado el mencionado Convenio, Colombia considerado un país pionero en legislación ambiental, en 2015 fue representante de la región ante el Buró de la Conferencia de las Partes (COP); en 2017 uno de los primeros países en implementar el Programa de Establecimiento de Metas Voluntarias de Degradación Neutral de la Tierra (NDT), e invitado el año pasado para hacer parte de la nueva Iniciativa de la sequía, definida como el fenómeno producido naturalmente cuando las lluvias son considerablemente inferiores a los niveles normalmente registrados. En este país en donde el 85% de los sistemas de producción se hallan en áreas vulnerables a la desertificación y casi la mitad es susceptible a procesos de erosión, los lugares más calientes están en la alta y media Guajira, sitio donde llueve menos de cuatro días en los meses de diciembre a abril; en la parte central del Cesar y Bolívar y en el sur de los departamentos de Magdalena, Atlántico y Sucre, indicó el IDEAM. En el departamento de Cesar la erosión se presenta mayormente en los los municipios El Paso, Astrea, San Diego, Bosconia, Valledupar, La Paz, El Copey, Agustín Codazzi, Becerril y Valledupar. En América del sur donde casi nunca llueve son en Arica, al norte de Chile; en la ciudad de Ica, capital del estado homónimo peruano y en Uribia, La Guajira. En 2012, los EE UU de América sufrieron su peor sequía desde los años cincuenta, perturbando al 80% de las tierras de cultivo.
En el mundo la cuarta parte de la superficie terrestre -3.6 mil millones de hectáreas- están desertificadas, es decir no áridas y cuyo valor real desciende considerablemente; y la población que vive en tierras secas, afrontan por esa causa disminución de ingresos, inseguridad alimentaria, sistemas de tenencia de la tierra inseguros y derechos de acceso a los recursos naturales, falta de acceso a los mercados y emigración a tierras áridas, de acuerdo al informe GEO-4, iniciado en 1995 sobre perspectivas del medio ambiente mundial.
De acuerdo al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible entre una cuarta y una quinta parte del territorio nacional puede presentar comportamiento normal en cualquier semestre, aun cuando las condiciones de exceso o sequía sean predominantes, debido a lo difícil de evitar la sequía. De continuar la tendencia, teniendo en cuenta que en los últimos 25 años se ha incrementado la sequía en el mundo aunado a la escasez de agua, en el año 2045 aproximadamente 135 millones de personas serían desplazadas como efecto de la desertificación. El Objetivo de Desarrollo Sostenible, meta 15.3 se centra en “luchar contra la desertificación, rehabilitar las tierras y los suelos degradados, incluidas las tierras afectadas por la desertificación, la sequía y las inundaciones, y procurar lograr un mundo con una degradación neutra del suelo” para el año 2030, de lo contrario se prevé que dentro de diez y seis años unos 135 millones de personas en el mundo pueden haber sido desplazadas como consecuencia de la desertificación.
Los procesos de degradación más relevantes en Colombia son la erosión, el sellamiento de suelos, la contaminación, la pérdida de la materia orgánica, la salinización, la compactación y la desertificación; procesos que afectan en gran medida a las regiones Caribe, Andina y Orinoquia y que comienzan a notarse en la Amazonia y en el litoral Pacífica, indicó el SIAC (Sistema de información ambiental en Colombia).
Conforme puntualiza la FAO, las actividades humanas que desencadenan un proceso de desertificación, entre otras son la explotación excesiva de los recursos madereros, en particular, la leña; el uso descontrolado del fuego para la regeneración de los pastos, la caza, los desbroces con fines agrícolas y la resolución de ciertos conflictos sociales y en particular el uso de maquinaria agrícola poco adecuada.
“Al preparar la tierra en su cuerpo anhelante no produzcas dolor en sus entrañas, ábrela simplemente sin herirla, aliméntala con jugos minerales, toma en tu propia mano la semilla para que la revuelvas con tu sangre, deposítala envuelta en melodías, cúbrela con tu aliento como un padre, y por último riégala en la mañana y en la tarde con el agua que brota de la montaña madre sin permitir jamás que la toquen tus lágrimas” (Carlos Medellín Forero)
@luforero4