Opinión

Residuos sólidos: Sin rellenos para tanta basura

Por: Luis Eduardo Forero Medina
Una adecuada gestión de residuos sólidos comienza en casa clasificándolos y minimizando su porcentaje para evitar que en el año 2022 los rellenos no den abasto por el aumento de residuos que se duplicará en una década, por lo que “en el año 2030 tendremos emergencias sanitarias en la mayoría de ciudades del país” y en 2035, año en que Colombia tendrá 64 ciudades con más de 100.000 habitantes, no se sabrá qué hacer con 14,2 millones de toneladas de residuos; por lo que se han prendido las alarmas de parte del Banco Mundial,

el Departamento Nacional de Planeación –DNP- , el MinAmbiente y el CONPES (El Consejo Nacional de Política Económica y Social), número 3874 de 2016, que define la Política Integral para los Residuos Sólidos.
Los residuos sólidos calificados como “uno de los desafíos más críticos del planeta”, que repercuten en forma desagradable en el paisaje, además los produce el comercio, la industria, institucional, vías públicas, el viento; el clima que cuando es cálido los desechos tienden a aumentar; en fin el sector salud y afines, que respecto a la Gestión Integral de Residuos Sólidos Hospitalarios, la OPS (Organización Panamericana de la Salud) ha concluido que el país “no cuenta con un diagnóstico actualizado del manejo integral, presentándose muchos casos de gestión interna y externa inadecuadas, debilidad institucional en vigilancia y control, así como en propuestas viables de mejoramiento y cooperación acordes con la realidad nacional”. De otro lado, Bogotá en 2011 generó más de 18 millones de toneladas de residuos de construcción y demolición (cym), de acuerdo a la Universidad Nacional de Colombia y al MiniAmbiente. En 2017 en el país se generaron 3,6 millones de toneladas de residuos al día y al año más de 22 millones de toneladas de cym.
En América Latina, una de las regiones más atrasadas en el mundo en materia de reciclaje de basura, un habitante produce en promedio entre 1 y 14 kilos de basura por día; el equivalente a unas 436,000 toneladas de residuos sólidos urbanos, la mitad de las cuales terminan en sitios inadecuados; en Colombia en conjunto se generan más de doce millones de toneladas al año, de las cuales solo se recicla el 17% de esa cantidad, según las autoridades ambientales.
La evolución legal en la materia de residuos sólidos en el país, donde la población no es capacitada en su manejo, empieza a germinar en 2003 cuando se da a conocer el Primer Informe de Seguimiento de Gestión de Residuos Sólidos; mediante la ley 1672 de 2013 se dicta La Política nacional para la gestión de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) y crea el Comité Nacional de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE). En 2014 se expide la Resolución 754 que dicta la metodología para los Planes de gestión integral de residuos sólidos (PGIRS); sin embargo, es en el año 2016 cuando por primera vez en el país se expide la política integral para la gestión de residuos sólidos, para lo cual el Conpes, aprobó $188.528 millones.
Desde la década de los setenta en Colombia y América Latina los servicios públicos entre ellos la recolección de basura, está o estuvo a cargo de los municipios que a su vez subcontratan, y los encargados tienen como destino final sitios fronterizos de las localidades a donde vierten mezclados indebidamente desechos ordinarios con los peligrosos y especiales, que terminan allí, o los queman a cielo abierto con la consecuente afectación al aire, suelo y naturaleza en general. A causa de la exposición al aire de mala calidad, en Colombia se producen 41 decesos diarios, según el INS (Instituto Nacional de Salud). Los basurales o rellenos sanitarios en América Latina, no son más que “miles de dólares tirados, paradójicamente, a la basura”, indica la ONUAA (La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). La ineficiencia de esos lugares a los que poco se aplica la auditoría ambiental, en los países en desarrollo es atribuida “a la falta de financiación, poca conciencia, sistemas de gobernanza deficientes y, a veces, aplicaciones tecnológicas inapropiadas”, indica el IEU (Instituto de estudios urbanos de la Universidad nacional de Colombia). En la planeación de rellenos no se contempla un dictamen previo, medición permanente de resultados y una proyección a futuro, lo que también contribuye a su desfase actual. Adicionalmente, la incultura ambiental conduce al desaprovechamiento de la basura para generar energía, en atención a que por lo menos el 90% de ella, según los especialistas, puede ser reconvertido en combustible o reciclado.
En miras a encarar el desperdicio de la basura está en marcha la ejecución de la Política Nacional de educación ambiental, la Política de producción y consumo sostenible, la Política para la gestión ambiental urbana; así como la mayor asignación de recursos requeridos para la implementación del PGIRS en todos los municipios, para que cada vez llegue menos basura a los rellenos; robustecer el reciclaje inclusivo, y el advenimiento de la economía circular que por definición “es reparadora y regenerativa, y pretende conseguir que los productos, componentes y recursos en general mantengan su utilidad y valor en todo momento”, señala Ellen Macarthur Foundation.
@luforero4