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Fama de Rosalia crece entre ovaciones y críticas

Imagen Rosalía
Las críticas incesantes han perseguido a Rosalía desde que la artista catalana fue catapultada a la fama con su álbum “El Mal Querer” en 2018.

A Rosalía Vila Tobella aún tiene un largo camino para demostrar si está hecha de la madera necesaria para sobrevivir y triunfar en una industria cultural feroz, tras el éxito de su segunda producción musical que realizó de manera independiente y luego impulsó la poderosa Sony.

Los que la odian
Rosalía genera polémica por todo lo que hace. Su potente segundo álbum «El Mal Querer» es un trabajo conceptual que cumplió el doble propósito de ser el proyecto de grado para culminar su formación en la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC) y de apalancar su carrera artística.

Para lograrlo no sólo debía demostrar a sus maestros que era una músico competente, sino que también tenía que transformar su imagen y acompañar sus composiciones con un narrativa visual que convirtiera sus canciones en éxitos.

Su visión estética y musical era revolucionar el flamenco. Para ello se valió de la productora barcelonesa Canadá, que la ayudó a darle una segunda vida al sencillo Malamente para garantizar su popularidad en Spotify y en YouTube.

Pese a esos antecedentes, hay quienes dicen que Rosalía es sólo otro producto comercial.

La primera transgresión de Rosalía fue adoptar un estilo «choni», término peyorativo usado en España para describir a mujeres de poca educación, de clase trabajadora, que son estigmatizadas como «putas» por su maquillaje exagerado y ropa estrafalaria o vulgar.
Rosalía creció en una zona de polígonos industriales a las afueras de Barcelona y así se presenta: con larguísimas uñas decoradas, las manos repleta de aros dorados y chándales, como se le dice en España a los conjuntos de topa deportiva.

En la Península Ibérica lo que «mola» es ser pija, una chica sofisticada, que no sólo usa ropa de marca sino que sabe elegirla según la ocasión, que conoce el límite exacto de lo socialmente aceptado. Rosalía viste con orgullo un estilo «choni», que muchos consideran inadecuado y chocante, pero que a ella la empodera.

Y mientras el efecto «Rosalía» comenzaba imponer su look «poligonero», la publicación en unas fotos en Instagram usando abrigos de piel animal colmó la tolerancia de los activistas. Las imágenes causaron tal revuelo que hasta algunos de sus seguidores más fieles le criticaron que usara ropa confeccionada con piel de cordero y zorro ártico.