Opinión

LADRONES INC.

por Mauricio Botero Caicedo
No cabe duda que el turismo es una de las actividades que más futuro tiene en Colombia. Pero para lograr los objetivos de atraer un turismo serio y de buen poder adquisitivo (y de paso cerrarle las puertas a aquel turismo repugnante como el sexual), es necesario tomar medidas en contra de una serie de pícaros, que por obtener una ganancia rápida, están haciéndole un enorme daño a la reputación de centenares de miles de personas honestas que trabajan en el sector turístico en Colombia.

A continuación se trascriben apartes dos artículos en que se pone en evidencia como una serie de bandidos, principalmente en Cartagena y Barú, explotan sin misericordia alguna a los turistas, principalmente a los extranjeros. “Solo en la primera semana de la temporada turística de mitad de año, en Cartagena ya se presentaron tres nuevos casos de abusos en el costo de los servicios turísticos. En las playas de Bocagrande tres ‘masajistas’ fueron conducidas hasta una estación de Policía donde les aplicó el Código Nacional de Policía y Convivencia por abuso en el precio de un servicio de masajes a unos turistas. En la Isla de Tierrabomba, también tres ‘masajistas’ acosaron a unas turistas en la playa Blue Apple y pretendían cobrarles 150.000 pesos por unas trenzas. Al ser abordadas por la dueña del establecimiento donde estaban las viajeras, quién defendió a las turistas, las masajistas agredieron a la gente presente con sillas y otros utensilios del negocio, que además arrojaron al mar. El caso fue denunciado en la Inspección de Policía de Bocachica. Por otro lado, a un grupo de turistas norteamericanos les pretendían cobrar 600.000 pesos por ocho cocteles de piña colada, dos mojitos, una cerveza, una gaseosa y el uso de un parasol en las playas de Bocagrande. Según un familiar de los afectados, la cuenta no debería sumar más de 300.000 pesos, aunque finalmente lograron acordar en 320.000 pesos el pago a los comerciantes estafadores. Precisamente para combatir el abuso en los precios a los turistas por parte de los comerciantes, tanto en playas como en taxis y restaurantes, el Distrito de Cartagena implementó un ‘Bloque de búsqueda’ contra los comerciantes que abusen en los precios.

En otro artículo se reseña que en junio del 2018, cuatro extranjeros, y sus familiares colombianos, llegaron hasta las hermosas playas de Islas del Rosario para disfrutar de un fin de semana. Pero cuando pidieron la cuenta por cuatro cervezas que habían consumido en uno de los restaurantes de la isla, descubrieron que en vez de pagar 32.000 pesos por 4 cervezas terminaron cobrándoles 100.000 pesos. Los lugareños argumentaron que el elevado costo incluía la carpa y las sillas. Al final acordaron un pago de 70.000 pesos. “En Cholón, a 40 minutos en lancha desde de la ciudad amurallada está la principal atracción turística de la ciudad, no por sus aguas cristalinas sino por la rumba, la cual en muchas ocasiones tiene exceso de alcohol y consumo de drogas, como lo aseguran operadores turísticos. Allí, este año en redes sociales se divulgó un menú de uno de los restaurantes del balneario, en el cual sorprende que una porción de arroz vale 40.000 pesos; un pollo, 65.000 pesos; un pargo, 85.000 pesos; una limonada natural, 30.000 pesos; una limonada de coco, 40.000 pesos, y una cazuela de mariscos, Un grupo de comerciantes del balneario de Playa Blanca, en la isla de Barú, intentó cobrar 400.000 pesos a dos extranjeros por un paseo de media hora en una moto acuática. En marzo, a una turista mexicana le facturaron en su tarjeta de crédito 3 millones de pesos de una cuenta que sumaba un poco más de 200.000 pesos. En abril, a una viajera bogotana que estaba en compañía de un grupo de mexicanos, en Playa Blanca, le cobraron 450.000 pesos por consumos de bebidas y alimentos que en realidad tenían un costo de 150.000 pesos.”

Las autoridades no pueden tener contemplaciones con LADRONES INC. Esta recua de pícaros, que no necesariamente actúa de forma coordinada, debe ser perseguida con todas las armas al alcance de la ley. De no hacerlo, las posibilidades de que el turismo en Colombia salga adelante, son casi inexistentes.