Construyamos Familia Opinión

PLANTAR UN ÁRBOL, ESCRIBIR UN LIBRO y TENER UN HIJO

Carlos Fradique Carlos Fradique-Méndez
Abogado de Familia y para la Familia

Las sentencias populares o citas célebres, frases famosas, casi todas anónimas encierran una sabiduría a veces superior a la expresada por sabios filósofos o pensadores reconocidos.
La expresión “una cosa es una cosa y otra cosas es otra cosa” para enseñar que dos cosas son distintas – suena de Perogrullo, pero es lo cierto- no permite que se intente la comparación con terceras cosas para encontrar igualarlas. Es una afirmación dialéctica que no admite controversias. Esto en sana lógica porque hay mentes que todo lo critican y lo controvierten y lo desaprueban. Esas mentes negativas solo generan frases negativas, obras negativas y convivencias negativas.
La sabiduría popular considera que una persona –léase hombre y mujer responsables y adultos- para estar plenamente realizados, deben PLANTAR UN ÁRBOL, TENER UN HIJO Y ESCRIBIR UN LIBRO. Para estas reflexiones transcribo la sentencia en el siguiente orden: PLANTAR UN ÁRBOL, ESCRIBIR UN LIBRO y TENER UN HIJO, Uno de los glosadores de esta sentencia comentó que “Lo difícil es criar un hijo, hacer crecer el árbol y que alguien te lea el libro.”

La frase se atribuye al pensamiento milenario de oriente y hay quienes la ponen en boca del gran poeta y patriota cubano don José Martí.
No voy a comentar la glosa, que de suyo tiene un alto porcentaje de verdad. La repito: “Lo difícil es criar un hijo, hacer crecer el árbol y que alguien te lea el libro.” Voy a comparar los pasos que siguen quienes logran hacer crecer el árbol y que su libro se lea, con la forma ligera como las personas, no siempre las parejas, deciden tener un hijo.
Desde la edad temprana es posible y hasta útil que las personas aprendan a plantar árboles. Hacen mucha falta para recuperar el equilibrio ecológico, la fauna, la flora, las fuentes hídricas, el oxígeno y superar los problemas del efecto invernadero. En las instituciones educativas se debe enseñar ECOLOGÍA. La mayoría de los colegios hacen la clase en el salón y olvidan que esta materia debe enseñarse en vivo y en directo. Con el contacto permanente del medio ambiente y con la realización de labores para que los estudiantes se enamoren por lo menos del jardín de su casa o de su edificio, si es que no tienen propiedades rurales.
También desde la edad temprana las personas deben tener contacto con los libros, las historias, la narración, el cuento, la novela, el periodismo en el más amplio sentido de la palabra. Llegarán a escribir buenos textos, lo que tanta falta hace en el mundo de esta época tecnológica. Un buen discernimiento, un buen texto preciso y corto, un buen hablar pueden ser las puertas del éxito y del progreso.
En cambio, para tener una hijo, si es necesario esperar que la persona logre contar con los medios integrales para ejercer su progenitura de manera responsable durante por lo menos 25 años que son los básicos para que un hijo o una hija terminen su formación profesional que les permita ser competitivos. Para cumplir adecuadamente con esta obligación que es parte de los alimentos reglados por la ley, se necesita contar no solo con buena voluntad, sino con recursos económicos importantes y una buena cultura de familia.
En este mes de junio de 2013 se divulga en la red la siguiente noticia:

“COLOMBIA SE RAJA POR CANTIDAD DE PERSONAS CON BACHILLERATO INCOMPLETO. LA CIFRA DE COLOMBIANOS CON BACHILLERATO INCOMPLETO PERMANECE CASI IGUAL DESDE HACE 12 AÑOS.
Hoy, 15,5 millones de colombianos mayores de 20 años no tienen el bachillerato completo y de estos 2,7 están entre los 20 y los 30 años. Tan solo el año pasado, 353.149 jóvenes en edad de cursar educación media (décimo y once) no estaban estudiando. Estos datos hacen parte de una investigación llevada a cabo por el senador John Sudarsky, quien durante un debate de control político sobre el tema afirmó que a pesar de que ha aumentado la cobertura en secundaria, la cifra de colombianos con bachillerato incompleto sigue igual.

A lo anterior debe sumarse que una buena parte de nuestros bachilleres ha terminado sus estudios mediante validación, en bachilleratos sabatinos, con la ayuda delictuosa del copia y pegue y que difícilmente saben leer y escribir. Y menos entender o comprender lo que leen y a veces ni lo que escriben.

Sobre estos temas me ocuparé en las próximas columnas.