Opinión

¡Despierta Colombia, despierta!

mauricio-botero-caicedo Por Mauricio Botero Caicedo

Sin acabar de digerir la tristísima noticia del asesinato a mansalva de trece soldados de la patria por parte de los miserables criminales de las FARC (con el ELN a su lado) la prensa informa que se reinician las conversaciones de paz con estos delincuentes como si nada hubiera pasado.

¿Será? – como lo señala en el discurso abajo transcrito – ¿que estas conversaciones de paz en La Habana nos traerá muchos días de luto, de dolor, de sangre y de miseria al pueblo colombiano, aunque el pueblo no lo vea así en estos momentos?

Precisamente por estas dudas es que consideramos oportuno transcribir el profético discurso del político a cubano recientemente fallecido, Rafael Díaz – Balart, discurso que pronunció en mayo de 1955 ante la Cámara de Representantes de Cuba con motivo de la amnistía concedida a Fidel Castro, que cumplía condena en el Presidio de Isla de los Pinos por el asalto al Cuartel Moncada el 26 de Julio de 1953. El discurso del señor Díaz – Balart, hace 58 años es el siguiente:

“Señor Presidente y Señores Representantes:

He pedido la palabra para explicar mi voto, porque deseo hacer constar ante mis compañeros legisladores, ante el pueblo de Cuba y ante la Historia, mi opinión y mi actitud en relación con la amnistía que esta Cámara acaba de aprobar y contra la cual me he manifestado tan reiterada y enérgicamente.

No me han convencido en lo más mínimo los argumentos de la casi totalidad de esta Cámara a favor de esa amnistía. Que quede bien claro que soy partidario decidido de toda medida a favor de la paz y la fraternidad entre todos los Cubanos, de cualquier partido político o de ningún partido, partidarios o adversarios del gobierno. Y en ese espíritu sería igualmente partidario de esta amnistía o de cualquier otra amnistía. Pero una amnistía debe ser un instrumento de pacificación y de fraternidad, debe formar parte de un proceso de desarme moral de las pasiones y de los odios, debe ser una pieza en el engranaje de unas reglas de juego bien definidas, aceptadas directa o indirectamente por los distintos protagonistas del proceso que se está viviendo en una nación.

Y esta amnistía que acabamos de votar desgraciadamente es todo lo contrario.

Fidel Castro y su grupo han declarado reiterada y airadamente, desde la cómoda cárcel en que se encuentran, que solamente saldrán de esa cárcel para continuar preparando hechos violentos, para continuar utilizando todos los medios en la búsqueda del poder total al que aspiran. Se han negado a participar en todo proceso de pacificación y amenazan por igual a los miembros del gobierno que a los de la oposición que deseen caminos de paz, que trabajen a favor de soluciones electorales y democráticas, que pongan en manos del pueblo cubano la solución al
actual drama que vive nuestra patria.

Ellos no quieren paz.

No quieren solución nacional de tipo alguno, no quieren democracia, ni elecciones ni confraternidad.

Fidel Castro y su grupo solamente quieren una cosa: el poder, pero el poder total, que les permita destruir definitivamente todo vestigio de Constitución y de ley en Cuba, para instaurar la más cruel, la más bárbara tiranía, una tiranía que enseñaría al pueblo el verdadero significado de lo que es la tiranía, un régimen totalitario, inescrupuloso, ladrón y asesino que sería muy difícil de derrocar por lo menos en 20 años.

Porque Fidel Castro no es más que un psicópata fascista, que solamente podría pactar desde el poder con las fuerzas del comunismo internacional, porque ya el fascismo fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial, y solamente el comunismo le daría a Fidel el ropaje pseudo-ideológico para asesinar, robar, violar impunemente todos los derechos y para destruir en forma definitiva todo el acervo espiritual, histórico, moral y jurídico de nuestra República.

Desgraciadamente, hay quienes desde nuestro propio gobierno tampoco desean soluciones democráticas y electorales, porque saben que no pueden ser electos ni concejales en el más pequeño de nuestros municipios. Pero no quiero cansar a mis compañeros representantes.

La opinión pública del país ha sido movilizada a favor de esta amnistía. Y los principales jerarcas de nuestro gobierno no han tenido la claridad y la firmeza necesarias para ver y decidir lo más conveniente al Presidente, al Gobierno y, sobre todo, a Cuba. Creo que están haciéndole un flaco favor al Presidente, sus ministros y consejeros que no han sabido mantenerse firmes frente a las presiones de la prensa, la radio y la televisión.

Creo que esta amnistía, tan imprudentemente aprobada, traerá días, muchos días de luto, de dolor, de sangre y de miseria al pueblo cubano, aunque ese propio pueblo no lo vea así en estos momentos.

Pido a Dios que la mayoría de ese pueblo y la mayoría de mis compañeros representantes aquí presentes, sean los que tienen la razón. Pido a Dios que sea yo el que esté equivocado. »

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