Opinión

Sector avícola, pequeños gigantes

Luis Eduardo Forero Por: Luis Eduardo Forero Medina
El gobierno nacional como una medida para aliviar el coste de vida, incuba un decreto para permitir la entrada al país de varios productos alimenticios, entre ellos el pollo, suprimiendo por un tiempo los aranceles a la importación de esa proteína. Se prevé que lleguen 84 mil toneladas de “cuartos traseros” ( muslos y contra-muslos), no apetecidos en la mesa norteamericana, de donde procede principalmente la carne blanca. Esa cantidad es inferior al 8% del consumo nacional. Fenavi calcula que son 125 mil toneladas la cantidad de carne de pollo que se importaría por esa norma.

Si de esta ala, la Federación no quiere que el gobierno jale, sí de la otra ala, que permitirá el abastecimiento de dos millones y media de toneladas de maíz amarillo sin arancel. Esta cantidad según la Federación Colombiana de Avicultores, (FENAVI), creada hace 33 años, no alcanza siquiera para el primer semestre de este año. El alivio del precio de maíz no es peso pluma, sino un engorde para el sector avícola, que en el último medio siglo ha crecido principalmente por el precio al detal, relativamente a todo alcance, no como en el pasado que comer pollo era exclusivo de las familias ricas. En 1970 un colombiano (a) consumía un kilo de pollo al año, se decía jocosamente que pollo al año no hace daño. En 2015 esa cifra es de 30 kilos per cápita; lo que más se come en todo el país es pollo asado, según Daniel Samper Pizano.

En Colombia cuentan con registro vigente cincuenta y una empresas avícolas productoras de aves reproductores y de primera generación, la mayoría en Bogotá, Santander y Valle del Cauca.
La industria avícola es uno de los sectores más significativos del país, el año pasado creció el 5.0 %; genera un cuarto de millón de empleos y su producción alcanza cerca del millón y medio de toneladas de carne de pollo y 11.600 millones de unidades de huevo, indica Fenavi.
Por el vuelo tomado a finales de la segunda década del XXI, los avícolas se despluman por implantar alta tecnología en los pequeños galpones, que se integrarían con las granjas. Igualmente llevar el producto al exigente mercado del Japón.
El triple A del gremio avicultor es primero, el grano del TLC con Estados Unidos de Norteamérica, que es innegociable con los avícolas, por la calidad internacional del Acuerdo de Promoción Comercial. En 2017 se acabará el privilegio de exención de aranceles para importar pollo, que tendrá desde el 2018 un arancel de 164,4%, bajando hasta quedar nuevamente en cero desde el 2030. Segundo los malos olores del sector, por los precios internacionales del maíz y del trigo, que registran tendencia alcista, de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) .El precio del maíz ha subido más del 150%. La tripleta se encaja con el contrabando de pollo desde el vecino país de Venezuela, por decenas de rutas. Las aves son transportadas de cualquier manera y en deficientes condiciones de sanidad que no ameritan su consumo seguro.

El gremio no queda tan frito con la devaluación del peso colombiano, como por la amenaza de reducir el consumo de pollo, por los rumores de decretar IVA a la carne blanca y al huevo. Millones de colombianos se comen al menos un huevo diario. El sector quedaría engerido cuando Dios no lo quiera, llegaren a pasar por las granjas plagas como Newcastle, felizmente abatida, la Influenza Aviar y Salmonella. La reducción de olores y el control ambiental anidan desde hace mucho tiempo sin ser tratados.

La verdadera peste es el maltrato animal en las incubadoras, divulgado por el portal Animal Equality que capta desde que el polluelo BB pica el cascarón, sale, es seleccionado por humanos, desechando a la basura vivos los no aptos, hasta llegar al día 40 cuando los otrora indefensos pollitos son unos ejemplares gigantes listos para su preparación y degustación. En el proceso los animales son tratados de la peor manera, de acuerdo al citado video. Semejante suerte no corren los pollos y gallinas “criollas” que en su crecimiento se acobijan bajo las alas de mamá gallina y son mejor alimentados.

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