Opinión

Sector viverista, Verde que te quiero verde

Por: Luis Eduardo Forero Medina
Los viveros surgieron de áreas inutilizadas, donde las familias sembraban plantas nativas, forestales, frutales y las ornamentales que actualmente conquistan al mundo.

Con el paso del tiempo, el hobby familiar se convirtió en negocio, con destino a nuevas siembras, resiembras y renovaciones. Las autoridades sanitarias, aún no intervenían en los viveros, y pasó mucho tiempo para que incluyeran en sus programas a esas unidades productivas. En 1962 fue creado el Instituto Colombiano Agropecuario, (ICA). En varias ciudades suramericanas, muchos viveros urbanos han ido trasladando sus plantas, para ceder sus espacios a imponentes torres de apartamentos.
El vivero es “el lugar o sitio establecido que brinda las condiciones necesarias a las semillas para poder germinar y de esta manera producir plantines que puedan ser utilizados para diversos fines”, indica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), entidad que sólo le interesan el vivero comunal, el de la escuela y la huerta de la familia. Estos tipos de viveros están poco promocionados, pese a los beneficios que reportan, como la calidad del producto y el ahorro que reporta a la economía familiar.
Recorrer viveros es todo un paseo, enmarcado de cientos de variedades de plantas en decenas de hectáreas de cultivo. El tiempo transcurre admirando cimientes ornamentales, frutales, aromáticas, árboles de clima cálido, árboles de clima frío. Algunos de los escenarios son modernas salas de exhibición, con asesoría incluida. La tierra negra, abonos y materas, complementan el paseo verde. Al sector viverista le queda un semestre para demostrar que de la mano de Colombia Siembra, hizo la tarea de incrementar su producción certificada. El Programa «Colombia Siembra», sólo va hasta este año, y se propuso en general ampliar en un millón, las hectáreas sembradas en el país al final de este año. La cultura fitosanitaria en los viveros, pequeños, medianos y grandes, y el registro oficial, es garantía del origen de las plantas y frutas que llegan a todo el mundo. Todo el año, son utilizadas las plantas vivas y los follajes, como en fiestas, jardinería y paisajismo.
Los viveros se escogen según el tipo de necesidad, hay viveros temporales o permanentes de frutales, ornamentales, forestales, cacao y cafetos, etc. Algunos viveros son artesanales, y la mayoría no cuentan con registro Ica. Menos de dos centenares de estos negocios han pasado la previa del Ica, para ser reconocidos oficialmente como tales. En 2008 y 2009, se expidió la normativa legal para viveros que comercializan especies ornamentales y viveros productores y distribuidores en especies frutales. “Dentro del proceso de registro que deben realizar los viveristas, está el manejo sanitario y agronómico de la semilla y material vegetal”, señaló esa entidad. Trabajar en la informalidad en este sector, aumenta la desconfianza en la compra y comercialización de material de propagación de especies frutales, especialmente por el tema fitosanitario. Cada vez que el ICA hace visitas a determinada región, por lo general encuentra nuevos viveros, donde a veces pasa inadvertido la detección temprana de plagas y enfermedades que atacan los cultivos.
A comienzos de esta década, se abrió el vivero más grande de Bogotá, Entrenubes, un Parque Ecológico Distrital de Montaña, localizado en el extremo suroriental de Bogotá. Entrenubes, con una extensión de 626 hectáreas, hace parte de los cerros de Guacamayas, Juan Rey y Cuchilla del Gavilán, de las localidades de Rafael Uribe, San Cristóbal y Usme. El uso principal de este vivero, es la preservación y restauración de flora y fauna nativos, y la educación ambiental. En Colombia, unas 25.000 familias colombianas, la mayor parte de Cundinamarca y Antioquia, dependen de la producción de plantas vivas y ornamentales. Los viveristas están agremiados en la Asociación Colombiana de Viveristas y de Productores de Ornamentales, (Colviveros).
El jardín botánico de Medellín impulsa los Viveros de producción y comercialización, resaltando en aquellas especies o grupos de plantas clasificados en riesgo a la extinción. El de Bogotá, fue señalado hace unos años de tener las plantas del vivero en mal estado.
En Colombia, Doña Tulia Álvarez, en Duitama-Boyacá (vereda San Luis), resguarda las semillas nativas y criollas. “De esta forma no solo se está generando diversidad de semillas nativas y criollas; en una mirada más amplia de esta práctica, se comparte y se crea conocimiento en comunidad”, señaló Fabio Andrés Hernández, de la Fundación Artística y Cultural Cacique Tundama.
@luforero4