Opinión

Las Montañas, Torres de agua

Por: Luis Eduardo Forero Medina
Casi nadie se acuerda de las montañas, han sido arrinconadas a veces en lo más alto y profundo de la naturaleza; sus dolientes son los millones de personas que sobreviven en condiciones de extrema pobreza y sufren hambre, en esos sitios tan vulnerables.

Sólo hasta 1973 se inició el debate sobre las montañas, y hace década y media organizaciones internacionales empezaron por ocuparse del tema. En 2008 se inicia el debate de gestión de riesgos de catástrofes en las montañas; promocionando las prácticas agrícolas, de pastoreo y forestales sostenibles, el uso de nuevas tecnologías en regiones de montaña y evitando la construcción de asentamientos en zonas peligrosas entre otras medidas.
Las montañas abarcan el 22 por ciento de la superficie de la tierra, y se ubican entre los accidentes geográficos más importantes de la superficie terrestre; allí han sucedido durante todos los tiempos no pocos hechos misteriosos sin resolver; civilizaciones perdidas viviendo en las entrañas de la montaña y bestias extrañas rondando su superficie boscosa. Los ecosistemas de montaña, en los que habitan más de 900 millones de personas, o el equivalente 13 por ciento o más de la población mundial, lo componen los nevados, páramos, humedales, puna, bosque altoandino y andino, entre otros.
Los habitantes de la montaña se duelen porque los planes de gobierno no llegan oportunamente allá; en algunos países los llamados barrios bajos, están en los sitios más elevados, o en terrenos muy empinados. Los pobladores de montaña, representados en indígenas y minorías culturales, continúan excluidos de los servicios de salud, educación, saneamiento y alimentación. Un tercio son propensos al hambre y a la pobreza,” como consecuencia de la segregación y marginalización estatal”. Los indígenas con sus tradiciones, prácticas culturales y conocimientos únicos, están profundamente conectados en forma espiritual con la tierra, y sus territorios son considerados lugares sagrados. Agricultores desplazados sin título de propiedad, ocupan tierras marginales en laderas escarpadas, no apropiadas para la agricultura. Los jóvenes de montaña continúan saliendo en busca de mejores oportunidades; entre tanto los terruños, continúan al cuidado de mayores, mujeres y niños.
Los grandes ríos del mundo, nacen en las montañas, llamadas «torres de agua» , que suministran del 60 al 80 por ciento de agua dulce para la tierra. El preciado líquido de montañas se utiliza para beber, cocinar, lavar, riego, la industria y el transporte y energía hidroeléctrica; método que provee un quinto por ciento de toda la electricidad en el mundo. Más de la mitad de la población mundial depende de elemento dulce almacenado en las montañas. El turismo de montaña ve escalar cada año más de 50 millones de personas, que comparten con sus pobladores los productos nativos.
La pequeña labranza y la agricultura familiar en zonas de montañas, la mayoría para el consumo familiar, son las que llevan la peor parte en el conflicto armado en Colombia. Las montañas proporcionan sustento directo a 915 millones de personas y generan cerca del 80% del agua dulce del planeta, indica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO). Sin las montañas no degustaríamos el arroz, quinua, tomates, cebada, café, miel, hierbas y especias, artesanías, cosméticos, medicamentos y papa. En los Andes, la cordillera más larga del mundo, desde Colombia hasta Tierra del Fuego, con longitud de 8.000 kms, se cultivó la patata por primera vez. Las zonas montañosas son el principio de gran diversidad de fauna y flora; allí entre decenas de animales habitan gorilas y leopardos de las nieves.
La cuota de pavor la coloca la naturaleza, con las tormentas y los aguaceros, incendios forestales, derrumbamientos, inundaciones, degradación de los suelos, sismos y erupciones. Muchas de esas situaciones y emergencias montañosas, que pueden acaecer igualmente en países industrializados ricos, pasan desapercibidas por la opinión pública. Las montañas han sido escenario de conflictos bélicos; en 1999 solamente, el 85 por ciento de los principales conflictos armados se desplegaron en zonas montañosas, según la ONU Más del cincuenta por ciento de las muertes causadas por las catástrofes naturales, ocurren en las aisladas montañas y en tierras adyacentes. En varios países se han diseñado los denominados pagos por servicios ambientales (PSA), que en el caso de las montañas, “ reducirían el riesgo de catástrofes en dos formas”.
A las montañas, que se encuentran en todos los continentes y en todas las altitudes, las afecta el exceso de pastoreo, la quema de bosques de montaña, la tala comercial, la minería, la deforestación con destino al tráfico ilegal de madera o para dar paso a plantaciones de cafetales, obras de infraestructura, etc. Los bosques de montaña cubren más de 9.000 millones de km2. Las que superan los ochomiles son s 14, todas en la cordillera del Himalaya, según National Geographfic.
La montaña más alta de América del Sur es el Aconcagua de 6,962 m., en Argentina; el Pico Colón en la Sierra Nevada tiene 5,776 m.; ambos de la ramificación de la cadena montañosa más notable de Suramérica. En Colombia, los páramos son de los ecosistemas de montaña más estratégicos, y la fuente del 70% del agua dulce; aunado a que habría montañas llenas de oro, como en el municipio de Piedras, Tolima.
@luforero4