Opinión

Deslizamientos, Aquí y allá

Por: Luis Eduardo Forero Medina
Los deslizamientos de tierra, eventos adversos a los que està expuesto todo el planeta, ocupan el séptimo puesto entre las catástrofes naturales más devastadoras después de las sequías, los vientos huracanados, las inundaciones, los sismos, las erupciones volcánicas y sus fenómenos asociados, y las temperaturas extremas.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) los define como el movimiento de tierras y rocas a lo largo de una pendiente debido a fenómenos naturales o a acciones del hombre. Esa Organización los clasifica en caída, deslizamiento, derrumbamiento, extensión lateral y flujo; considerándolos más frecuentes y peligrosos que cualquier otro fenómeno geológico, pues se llevan todo lo que encuentra a su paso, causando una gran mortalidad y pérdidas económicas sobre todo en los países en desarrollo. Los deslizamientos, indica el Idiger (Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático), son conocidos popularmente como derrumbes, procesos de remoción en masa, fenómenos de remoción en masa, fallas de taludes y laderas. Los deslizamientos de tierra, algunos con velocidades superiores a 50 Km/h, se producen generalmente por constantes lluvias, fuertes tormentas o por el paso de las mismas, erupciones volcánicas, terremotos o tifones, por una rápida fusión del hielo o nieve, por el desbordamiento de un lago cráter, por deforestación en pendientes y falta de vegetación. La saturación de los suelos, particularmente en montañas, cañones y regiones costeras, es otro de los orígenes de deslizamientos de tierra (ready.gov).
Las principales actividades humanas que contribuyen a los deslizamientos de tierra son proyectos de minería clandestinos, cimentación inapropiada de caminos, construcciones cerca de pendientes pronunciadas; pero sobre todo falta de conocimiento en prevención de desastres de parte de algunos gobiernos locales. “A este contexto se le suman los retos de una subida de las temperaturas mundiales, que intensificará los riesgos de aumento de los niveles del mar, deslizamientos de tierra, sequías, huracanes y otros fenómenos, cuyos desastres podrían llevar a 100 millones de personas a la pobreza extrema”, indicó el Banco Mundial a mediados de octubre 2019.
Los deslizamientos de tierra, asociados a corrimientos catastróficos de escombros y avalanchas de barro, han producido la muerte de miles de personas, turistas atrapados por un derrumbe de lodo, viviendas enterradas que habían sido levantadas rústicamente en pendientes, bloqueo de carreteras o arrastrando vehículos, y muchas veces arrasando edificaciones culturales mundiales, los cuales muchos son sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO. En las dos décadas de este siglo como consecuencia de corrimientos de tierra han sido afectados América Latina y el Caribe, Asia y África. La República de Filipinas, al Sudeste Asiático, ha sido víctima de varios aludes de tierra extremadamente fatales, en un evento de esos, un pueblo de 3000 habitantes fue sepultado y en 2018 una mina fue enterrada por la misma causa. En 1974, uno de los deslizamientos de tierra más grandes en la historia de América ocurrió en el valle del río Mantaro en los Andes del Perú (Hutchinson and Kogan, 1975); unas 500 personas en el pueblo de Mayunmarca y sus alrededores perdieron la vida.
En Colombia una de las tragedias más graves de ese tipo ocurrió el 31 de octubre de 2002, cuando una avalancha causó 60 muertos en Montecristo, departamento de Bolívar. Esas desdichas en el país han sido atribuidas unas veces porque se conceden permisos o se construye sin ellos en terrenos sin estudios geotécnicos y geológicos; otras veces porque pudiendo preverse y reducir los efectos, las autoridades de riesgo ante la advertencia de la comunidad que un terreno se està hundiendo, algunas veces dictaminan que no hay motivo de pavor porque, “es que la tierra se está asentando, no hay porque alarmarse». Después de esa explicación a mediados de 2019 sucedió la tragedia en el Portal La Villa en Pereira (Risaralda), dejando víctimas fatales y decenas de viviendas destruidas.
Los deslizamientos, avalanchas, emisiones de gases efectos invernadero, incendios forestales, inundaciones, sequías, la pobreza y la violencia, amenazan las seguridades alimentarias por la degradación de los suelos, indica el IDEAM, la institución pública de apoyo técnico y científico al Sistema Nacional Ambiental.
Entre las acciones para paliar este evento se adoptó en Tokio (Japón) un plan mundial de acción para reducir las pérdidas humanas y financieras ocasionadas por los deslizamientos de tierra. La Undp (El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) en los sitos que arremeten estos eventos, para prevenirlos promueve un plan de plantación de árboles de bambú, acacias y palo de rosa. En 2005, los expertos Mark Bulmer (Universidad de Maryland) y David Petley (Universidad de Durham), idearon un método para predecir los deslizamientos de tierra antes del colapso final.
En Colombia, el IDEAM presentó al país el mapa de «Zonificación de la Susceptibilidad General del Terreno a los Deslizamientos de Tierra a escala 1:500.000 y adelanta el Programa Nacional de Monitoreo y Seguimiento de la Degradación de los Suelos y las Tierras, M&SDST.
En Bogotá, las localidades con mayor susceptibilidad a presentar deslizamientos son Ciudad Bolívar, Usme, San Cristóbal, Usaquén y Rafael Uribe Uribe, de acuerdo al Idiger. Serían unas 214.000 personas las que habitan en áreas en amenaza alta por movimientos en masa, sin considerar Sumapaz, de acuerdo con el Plan distrital de Desarrollo 2016 -2020.
@luforero4