
Mariano Rajoy no ha sido nunca un hombre muy viajero. Desde que es presidente del Gobierno ha viajado más que en toda su vida anterior. El éxito o el fracaso de sus políticas, depende ahora del exterior.
La vida política se ha vuelto volátil e imprevisible como la Bolsa. Recién llegado al puesto, Hollande aconsejó a España que pidiera el rescate europeo para sus bancos. El Gobierno español se lo tomó muy a mal porque sostenía que no necesitábamos el dinero de fuera. Pues bien. El lunes pediremos oficialmente un crédito para los bancos y gracias al mismo presidente, francés y socialista, Mariano Rajoy regresó a La Moncloa el viernes por la noche más contento que unas pascuas. Los dos goles de Alonso el sábado ante el portero de la selección francesa acabaron de reconfortarle. El mismo les dijo a Del Bosque y sus muchachos que España está muy necesitada de algún momento de esa felicidad que solo puede proporcionar el fútbol. Dijo España pero podía haber dicho “yo mismo necesito una alegría”.
Gobierna un país cuyo futuro depende de la ayuda de sus socios, ayuda material en miles de millones de euros para sanear el sistema bancario. Desde que empezó su particular pesadilla con la prima de riesgo y el bono a diez años, coincidiendo con la llegada del desamor en su relación con Angela Merkel, el presidente del Gobierno no había tenido un fin de semana tan feliz como este. Después de reuniones en las que sólo le daban disgustos, el viernes cosechó su primera gran alegría en varios meses. Ingresó en el club de las grandes potencias europeas y participó en un encuentro en el que no se habló de lo mal que está España, sino del crecimiento europeo. Hollande marcó territorio frente a Merkel, que aflojó un poco y aceptó firmar un acuerdo de intenciones.
Fuente: elmundo.es


