Iglesia pide a Farc, Eln, paracos y agentes del Estado no seguir encubriendo sus crímenes con la mentira

«Que sean capaces –dijo- de dejar a un lado todas las mentiras que se han dicho a lo largo de todos estos años de conflicto, permitan descubrir la verdad y a la luz de la verdad, sean capaces de darse cuenta de la enormidad del crimen cometido, el daño causado a la dignidad de otros seres humanos, demuestren arrepentimiento y pidan perdón.
Además, subrayó, «que prometan no volver a hacerlo y se comprometan en procesos de reparación del daño causado».
Según la iglesia Católica colombiana, “sin este proceso –que se vive en el sacramento de la confesión por el cual se hacen objeto de la misericordia de Dios- no hay conversión posible.

“Les hago un llamado a la conversión y oro por ellos para que se encuentren con la libertad y la verdad que yace en lo profundo de sus corazones de hijos de Dios. Miles de ellos nacieron en hogares católicos y tienen a sus padres de rodillas, intercediendo por ellos, implorando su regreso”, puntualizó el prelado.
El cardenal Salazar Gómez advirtió que “la inmensa mayoría de las víctimas en Colombia tienen vocación de perdón y reconciliación” y añadió que el primer paso para los victimarios, “es reconocer que todos son objeto del amor y de la misericordia del Señor; que aun aquellos que han cometido los pecados más abominables tienen acceso a la misericordia”.

“Si, sí y sí”, repitió, “la oferta de Dios es ilimitada en su generosidad”, pero, agregó, requiere el consentimiento de la persona, el sí a ese Dios de amor y de misericordia.
“El victimario, precisamente, para pasar de victimario a digno de misericordia, tiene que hacer un proceso interior, un proceso del corazón que lo lleve a encontrar la libertad en la verdad porque su mente, su voluntad y su corazón están obnubilados. Y esto no es fácil. Lo evidenciamos en la dificultad que tienen hoy los guerrilleros en aceptar que son victimarios”, precisó.
El cardenal destacó que lo que se busca también es justicia y al efecto habló de la “justicia divina y humana”, la primera de las cuales, dijo “más que el castigo busca la sanación, la rehabilitación, la transformación, la vivificación del culpable.
¿Y la justicia humana?. ¿Será la impunidad la expresión de la misericordia?, preguntó y respondió: Mucho se discute entre nosotros esta encrucijada. Pero estoy convencido de que si queremos la paz, es necesario que la justicia adquiera principalmente los rasgos de la justicia restauradora; que la justicia no caiga en el “summumjus, summa injuria”, sino que se abra a contemplar otras posibilidades de reparación que permita que el castigo se convierta en instrumento de construcción de la paz.
Y añadió: «Comprendemos así que las víctimas están llamadas a algo activo, no simplemente pasivo. No es la actitud del que sufre aplastado por el sufrimiento, del que sufre rebelándose contra el sufrimiento, sino precisamente del que sufre tomando el sufrimiento en sus manos y ofreciéndolo por el que le hizo el daño,por aquel que le causó el dolor, para que el otro pueda encontrar el amor y la misericordia de Dios.
¿Y por dónde empezar? Dejando a un lado las consideraciones humanas, de rodillas implorar a Cristo, el Señor, la gracia de perdonar con su perdón, de donarse con su donación, de mirar con su mirada de amor y de confiar con su confianza: «Padre en tus manos encomiendo mi Espíritu.» (Lc 23,46)Y, entonces, poder exclamar: «Padre en tus manos encomiendo a Colombia.»
Finalmente, evocando los sufrimientos soportados por Jesucristo en su pasión y crucifixión, Monseñor Salazar Gómez advirtió que ”no es el sufrimiento el que nos redime sino el amor”.
“Un sufrimiento que ofrecemos hoy por aquellos que nos han causado tanto dolor, los que han derramado la sangre de sus hermanos, para que Él los transforme y tenga piedad de sus corazones de piedra y de nuestros corazones, endurecidos por décadas de violencia”, concluyó.
