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Sonda ‘Philae’ revela secreto que desvirtuaría teoría del magnetismo espacial

Philae_on_the_comet_Front_viewEl cometa 67P, la polvorienta bola de nieve perseguida por la sonda europea Rosetta, que resultó ser un cuerpo celeste con forma de pato, olor extraño y un sonido misterioso, no deja de asombrar a los científicos. Este martes revelaron su nuevo y gran secreto: su núcleo carece de magnetismo.

Las mediciones realizadas por el sensor ROMAP a bordo de la sonda europea Philae, que aterrizó en noviembre en el cometa 67P, muestra que su núcleo no está magnetizado, señalaron los científicos.

El hallazgo puede invalidar la teoría dominante sobre la formación de los cometas y otros cuerpos celestes del Sistema Solar, dijo Hans-Ulrich Auster, uno de los científicos de la misión espacial.

Fuera lo que fuera lo que causara que pequeñas rocas espaciales se aglutinaran hace miles de millones de años, es improbable que el magnetismo sea el motivo.

«Si el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko es representativo de todos los núcleos de los cometas, entonces las fuerzas magnéticas no desempeñaron un papel en la acumulación de bloques planetarios superiores a un metro de tamaño», agregó. El hallazgo fue publicado en la revista Science y presentado simultáneamente durante la asamblea general de la Unión Europea de Geociencias, una sociedad que reúne a estudiosos de ciencias de la Tierra y el espacio.

La investigación se basó en datos enviados a la Tierra a través de Rosetta por su robot Philae, que en noviembre pasado se posó en la superficie del cometa. El «aterrizaje» no fue como se esperaba, ya que el robot –del tamaño de una heladera y repleto de instrumentos científicos– rebotó dos veces antes de posarse en un lugar de relieve accidentado, aunque el percance terminó siendo en cierta medida beneficioso desde el punto de vista científico.

lgunos astrofísicos han sugerido que el magnetismo podría ser responsable de alinear y después aglutinar rocas para formar cuerpos más grandes durante las primeras fases de la formación de un planeta.

Allan H. Treiman, científico jefe del Instituto Planetario y Lunar en Houston, Texas, que no participó en el estudio, indicó que los resultados apuntan de forma creíble a que ese fenómeno se debiera a otras fuerzas.