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Santos anuncia que acudirá a todas las instancias internacionales para denunciar atropellos a colombianos en Venezuela

VENEZUELA- EXPLUSION DE COLOMBIANOS–Tras aceptar que en la OEA Colombia sufrió un revés, pero no «una derrota», el presidente Juan Manuel Santos afirmó: «Si no nos oyen en un escenario… ¡iremos a cien más! Si se cierra una puerta… ¡llamaremos a mil!, todo ello para denunciar las graves violaciones a los derechos humanos que se están cometiendo contra los colombianos por parte del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela.

«Infortunadamente, pudieron más la ideología y los intereses monetarios que las razones humanitarias. ¡Es triste constatarlo, pero fue así!», señaló el mandatario colombiano en una intervención radiotelevisada este martes en la noche, a propósito de lo ocurrido en la OEA con la propuesta de Colombia de convocar a los cancilleres del hemisferio para abocar la crisis humanitaria causada por Maduro en la frontera.

«Al igual que en los guetos nazis, la Guardia Venezolana marcó las casas de familias con una “D”, para demolerlas. ¿Dónde está la región?», preguntó Santos, quien puntualizó: «Venezuela ha creado un escenario de inhumanidad y crueldad como nunca imaginamos vivir en la región. ¡Estamos indignados!

Por ello, el mandatario colombiano advirtió que su gobierno lanzará una ofensiva internacional para denunciar la situación. Además destacó que el Fiscal General de la Nación le comunicó que –en el marco de su autonomía– está considerando seriamente presentar una denuncia ante la Corte Penal Internacional contra miembros de la cúpula civil y militar del Gobierno venezolano que podrían ser responsables por crímenes de lesa humanidad consagrados en el Estatuto de Roma.

«Se trata, específicamente, de la deportación o traslado forzoso de población de colombianos, quienes fueron objeto de expulsión y otros actos violatorios del derecho internacional», indicó. «La Fiscalía General de la Nación considera que hay bases para probar que se ha configurado un posible ataque generalizado y sistemático contra la población civil colombiana».

«Fuimos a la OEA a contar los atropellos que han sufrido. Pero hay muchas más instancias», precisó y añadió: «Seguiremos denunciando y reclamando por la dignidad y los derechos de los colombianos en cuantos escenarios sea posible. Lo hará la Canciller ante el Presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Lo hará ante el Secretario General de Naciones Unidas, ante el Alto Comisionado de Derechos Humanos en Ginebra, y ante la Organización Internacional de Migraciones. Y lo haremos ante la opinión y los medios del mundo, que no pueden desconocer esta tragedia humana.

En cuanto a la Unasur–dijo–, habíamos pedido una reunión de urgencia que nunca se dio y, por lo tanto, desistimos de esa reunión.

«Si sufrimos un traspié… ¡lo superamos! Si no nos oyen en un escenario… ¡iremos a cien más! Si se cierra una puerta… ¡llamaremos a mil!, notificó Santos.

«Cuando la razón nos acompaña–continuó diciendo–, cuando se obra con la verdad en la mano, cuando se trata de defender la dignidad de nuestros compatriotas, ¡lo que hay es motivos para continuar! Porque estamos indignados –¡justamente indignados!–, y el silencio o la inacción no son –no pueden ser– una opción. Por el respeto de los derechos y libertades de los colombianos un revés no nos detiene… Al contrario: ¡nos estimula a denunciar con más fuerza!

Santos dijo que dos países hermanos como Colombia y Venezuela no pueden entrar en esa dinámica de persecución al migrante, no pueden transitar ese camino de xenofobia y de odio que sufren otras regiones del mundo. ¡No lo podemos permitir!

El mandatario colombiano reconoció que Venezuela –como cualquier Estado– tiene derecho a cerrar su frontera o a expulsar personas por razones de seguridad, pero subrayó que la jurisprudencia internacional en derechos humanos es clara en afirmar que dicha potestad tiene límites: no puede violar el derecho internacional.

«Las deportaciones no pueden ser discriminatorias por razones de nacionalidad, advirtió. Las deportaciones no pueden ser masivas ni arbitrarias. Deben ser individuales previa la garantía de un debido proceso y la posibilidad de interponer recursos ante las autoridades. No pueden afectar los derechos de los menores, ni separar familias. Y tampoco puede darse un trato indigno o inhumano a los deportados.

Señaló que queda claro que ninguno de estos requisitos se ha cumplido en las recientes deportaciones de colombianos por parte de Venezuela y no solo eso, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha reportado, se han violado toda clase de derechos fundamentales.

Expresó que personalmente ha constatado «que han maltratado a colombianos humildes y trabajadores. Personas que lo único que buscaban eran oportunidades para salir adelante. Como lo hacen muchos venezolanos que han venido a Colombia».

Y contó que en una de sus visitas a los albergues se encontró «con una señora de más de 70 años, recién operada de un carcinoma en un ojo, quien fue expulsada por la guardia venezolana. Una niña de 5 años me dijo que la Guardia la había golpeado con un fusil» y cuestionó: ¡A quién se le ocurre que está señora o esta niña sean paramilitares o hagan parte de una mafia del contrabando!

Agregó que «son interminables las historias que podría contar que hemos escuchado –doloridos– los miembros del Gobierno y de los organismos de socorro, y por supuesto los medios de comunicación. Hay más de 2 mil niños que viven en Venezuela, que no han podido asistir a sus clases en Norte de Santander porque no pueden cruzar la frontera. ¡Otro derecho que se está violando: el derecho a la educación de los niños! ¡Y ni hablar de los que han sido separados de sus padres!

Santos subrayó que «la estrategia del Gobierno venezolano es culpar a Colombia de todos sus males, pero –como dije hace unos días– los problemas de Venezuela son hechos en Venezuela, no en Colombia».

Calificó «de absurdas, fuera de la realidad», las acusaciones y señalamientos de Nicolás Maduro contra su gobierno y los colombianos para justificar los atropellos y abusos cometidos en la frontera.

«Son tan absurdas, tan fuera de la realidad, las acusaciones y señalamientos, que se caen de su propio peso», precisó y formuló los siguientes cuestionamientos:

-¡Quién puede culpar a una pobre anciana deportada de la tremenda escasez de productos básicos que sufre el pueblo venezolano! ¡Quién puede culpar a los niños que están siendo expulsados de la altísima tasa de cambio o la inflación que se ha disparado allá!

-¡Y quién puede siquiera considerar que desde Bogotá, “con la anuencia y la vista gorda” de mi gobierno, se planee atentar contra la vida del presidente Maduro!

No. ¡Mil veces no! Colombia es una nación decente, civilizada, democrática, respetuosa de los derechos humanos y de las instancias internacionales, que cree en el diálogo y la diplomacia, ¡y lo seguirá siendo! Si otros caen en la paranoia, nosotros persistiremos en la serenidad en todas nuestras acciones. ¡Pero no vamos a claudicar en la denuncia de lo que está pasando!

Finalmente, el presidente dijo que Colombia debe salir más unida que nunca de esta situación» y advirtió que «por nuestra parte, seguiremos adelantando una diplomacia firme y serena, que exija el respeto de la dignidad humana. Pero diplomacia –recuerden– no es pasividad. El que tiene la razón no necesita gritar para que lo oigan. La razón se explica por sí misma, y los hechos lo confirman… ¡están a la vista!

Los colombianos pueden tener la certeza de que no vamos a descansar, no vamos a cejar un solo momento, en la exigencia de RESPETO POR NUESTROS COMPATRIOTAS, POR SU DIGNIDAD, POR SUS DERECHOS… ¡Y POR LA DIGNIDAD DE NUESTRO PAÍS!, concluyó.