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En Colombia se agrava situación humanitaria; no hay uno, sino 5 conflictos armados: Comité Internacional de la Cruz Roja

–La realidad es que en Colombia no se puede hablar de posconflicto: actualmente, no hay uno, sino al menos cinco conflictos armados en el país», advirtió el Comité Internacional de la Cruz Roja, CICR, al entregar un informe sobre la situación humanitaria en el país, que califica de grave.

Cuatro de los conflictos bélicos internos son entre el Estado colombiano y grupos armados organizados, a saber, el Eln, el Epl, los paramilitares y las estructuras disidentes de las Farc del antiguo bloque oriental que no se acogieron al proceso de paz. El quinto, es el que enfrenta al Eln con el Epl, según el organismo internacional.

«La situación es ahora más compleja que en el momento de la firma del Acuerdo de Paz con las Farc-ep. Varios departamentos del país han experimentado un claro deterioro de la situación humanitaria, a lo que se unen las dinámicas conflictivas en las fronteras y la extrema vulnerabilidad de los migrantes que llegan a Colombia», indicó en rueda de prensa Christoph Harnisch, jefe de la Delegación del CICR en Colombia, al entregar este jueves el informe «Retos Humanitarios 2019».

«Estos conflictos armados, sumados a la violencia ejercida por grupos de distinta naturaleza en el campo y en las ciudades, siguen marcando el día a día de millones de colombianos», advierte.

Según el jefe de la misión del CICR, la situación humanitaria en Colombia es cada vez más compleja como consecuencia de la evolución de dinámicas conflictivas en las zonas más apartadas y empobrecidas del país. Para muchos habitantes de estas regiones, la paz nunca llegó y, en muchos casos, la situación de seguridad se ha deteriorado seriamente.

Destacó en particular la situación en el municipio de Tumaco, en la costa Pacífica, en el departamento de Nariño, en donde, dijo, «es más difícil el posconflicto que el mismo conflicto”, citando un comentario que le hizo uno de sus habitantes.

Según el documento el deterioro de las condiciones de seguridad en las zonas más remotas del país, la persistencia de al menos cinco conflictos armados internos, los casos de desaparición que se siguen presentando, y los riesgos que enfrentan los migrantes especialmente en zonas afectadas por el conflicto y la violencia armada en Colombia marcan el complejo contexto humanitario en el país.

Además, subraya que las dinámicas fronterizas con un claro potencial conflictivo y el drama humanitario de los migrantes, que probablemente se agravará a lo largo de 2019, son un serio motivo de preocupación. La coexistencia entre migración y conflicto es una ecuación complicada que, sin duda, expone a personas extremadamente vulnerables a una violencia que ningún ser humano debería sufrir.

Christoph Harnisch señaló que en la costa pacífica y en amplias zonas del oriente y sur del país, la ausencia de una respuesta estatal a las necesidades básicas de las comunidades, combinada con las persistentes violaciones al derecho internacional humanitario y otras normas humanitarias por parte de los actores armados, han afectado duramente las condiciones de vida y de seguridad de la población civil.

También se refirió al problema de la desaparición en Colombia. «En 2019, continuamos insistiendo sobre la falta de respuestas ante la desaparición.
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Los familiares de los más de 80.000 desaparecidos del país aún esperan información, que llega a cuentagotas, más de dos años después de que se anunció la creación de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas», precisó.

Destacó que la desaparición no es una tragedia del pasado sino un acto injustificable que aún se comete en la actualidad. «Puedo decirlo abiertamente: todos los portadores de armas en el país han utilizado y utilizan la desaparición para sembrar el miedo y para controlar poblaciones y territorios».

Y agregó: «Es necesario que entiendan, de una vez por todas, que en la guerra no todo vale. Respetar el derecho internacional humanitario no es una opción. Por lo tanto, la búsqueda de las personas desaparecidas en relación con los conflictos armados y la prevención de nuevas desapariciones constituyen una obligación incondicional de todos los actores que forman o formaron parte de estos conflictos».

Finalmente indicó que para que la situación cambie, «se necesita el compromiso y la voluntad del Estado, de los grupos armados y de la sociedad civil en su conjunto. Colombia puede, y debe, ser un país donde el temor y la violencia no condicionen el día a día de millones de sus habitantes».

En el informe incluyó un balance sobre las acciones realizadas en Colombia por el CICR, así:

El año pasado la acción humanitaria del CICR benefició a cerca de 186.000 personas. La búsqueda de las personas desaparecidas y la oportuna respuesta a las necesidades de sus familiares sigue siendo una prioridad de la organización.

Para el jefe de la Delegación del CICR, preocupa especialmente la continuidad de la práctica de la desaparición: «Desde la firma del Acuerdo de Paz con las FARC-EP hemos documentado un caso de desaparición en el marco de la violencia armada cada 4 días. Sin embargo, nuestras cifras no son representativas de la realidad del país, por lo que la cifra real será probablemente mayor». Harnisch agregó que es injustificable que «todos los actores armados del país sigan utilizando la desaparición para amedrentar y controlar territorios».
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Durante 2018, el CICR apoyó y orientó a 2.500 familiares de desaparecidos para que continuaran con la búsqueda de sus seres queridos y obtuvo información de más de 160 casos. Además, los restos humanos de 45 personas fueron recuperados y entregados a las autoridades para su identificación y 10 personas que estaban en poder de grupos armados volvieron a ver a sus seres queridos con el apoyo de la institución.

Los migrantes también fueron una de las poblaciones prioritarias de la acción del CICR en 2018. La institución apoyó a cerca de 124.000 migrantes, retornados y habitantes de comunidades receptoras. Al respecto, el coordinador del CICR de las operaciones en terreno, Christoph Vogt, indicó que su exposición a las dinámicas conflictivas que se viven en las zonas fronterizas o a lo largo de la ruta migratoria implica riesgos adicionales para personas que ya se encuentran en una situación extremadamente precaria. «La presencia de grupos armados los expone a posibles abusos, entre ellos extorsión, amenazas, reclutamiento y violencia física. Las mujeres y los menores no acompañados son particularmente vulnerables», añadió.

«Más allá de las cifras de personas beneficiadas con nuestra labor, lo cierto es que ningún apoyo humanitario será suficiente mientras los actores armados no respeten las normas humanitarias y se comprometan a dejar a la población civil al margen de las hostilidades y otras dinámicas del conflicto», advirtió Harnisch.