Bogotá Ciencia y Tecnología

Alerta en Bogotá: Violencia contra mujeres y animales domésticos está entrelazada; se maltrata a mascotas y además se usan para intimidar, castigar o retener a la pareja

–Un estudio adelantado por la Universidad Nacional en Bogotá puso en evidencia un patrón inquietante, que puede ser generalizado en el país: en contextos de violencia doméstica, las mascotas no solo sufren maltrato, sino que además son usadas por los agresores para manipular, castigar, intimidar o retener a sus parejas. Los hallazgos revelan que la violencia contra mujeres y animales está entrelazada, y, adicionalmente, que la falta de rutas institucionales para proteger a los animales puede revictimizar a las mujeres que intentan escapar del maltrato.

En todos los casos analizados, los agresores usaron el vínculo emocional entre las mujeres y sus mascotas como una herramienta de manipulación, castigo o control.

“Muchos hombres detectan que el castigo legal por maltratar a un animal es menor que por agredir a una mujer, entonces eligen lastimar al animal como una manera para herir psicológicamente a su pareja”, explica el autor de la investigación, Santiago Guillermo Naranjo Monje, magíster en Salud Animal de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) con énfasis en Salud Pública Veterinaria.

Según el estudio, el maltrato animal se ejerció física y emocionalmente, o por negligencia. Los animales —en especial perros— eran golpeados, amenazados o privados de comida, agua y atención veterinaria. También se usaban frases como “si me contradices, lo castigo”, o “si no haces lo que te digo, no cuido al perro”, lo que evidencia un uso instrumental del sufrimiento animal como método de coerción emocional.

En Colombia el maltrato contra los animales está tipificado como delito por la Ley 1774 de 2016, con penas que van entre 12 y 36 meses de prisión, multas de 5 a 60 smmlv, e inhabilidad profesional de 1 a 3 años. Sin embargo, como lo sugiere la investigación del magíster Naranjo, esta conducta puede formar parte de un patrón más amplio de violencia intrafamiliar.

Una violencia entrelazada, no paralela

El estudio se desarrolló entre 2022 y 2023 con el apoyo de la Secretaría Distrital de la Mujer, entidad que facilitó el contacto con las participantes. Las 5 mujeres entrevistadas tenían entre 20 y 55 años y provenían de contextos socioeconómicos y educativos diversos: desde aquellas que solo cursaron el bachillerato hasta otras con estudios de posgrado.

Esto permitió constatar que esta forma de violencia interrelacionada no distingue nivel educativo ni estrato social, y que el vínculo humano-animal se puede ver instrumentalizado por los agresores en distintos entornos.

Mediante 18 preguntas que indagaron sobre las características personales, las situaciones de violencia interpersonal y los tipos de maltrato animal reportado, los hallazgos se clasificaron en 4 ejes que permiten entender mejor cómo se entrecruzan las violencias dentro del hogar.

Por un lado, se analiza la relación humano-animal en contextos de violencia doméstica, y cómo el vínculo afectivo con las mascotas puede ser manipulado por los agresores.

También se evidencia la instrumentalización del maltrato animal como parte de la dinámica de control en la pareja, especialmente en entornos atravesados por estructuras patriarcales que reproducen jerarquías y formas de dominación. A esto se suman las barreras institucionales que dificultan una atención integral tanto para las mujeres como para los animales víctimas.

“Encontramos que no se trata de dos violencias separadas, una hacia la mujer y otra hacia el animal, sino de una violencia entrelazada que responde a la misma estructura de poder. En muchos hogares, humanos y animales son víctimas simultáneas del mismo agresor”, explica el magíster Naranjo.

Los testimonios recogidos muestran que el maltrato animal se puede convertir en un indicador temprano de violencia doméstica, y por eso el estudio propone incluir a los animales de compañía en los protocolos de atención a víctimas.

Animales víctimas, mujeres revictimizadas

Una de las situaciones más críticas identificadas en la investigación es que algunas mujeres no abandonan el entorno violento por miedo a dejar desprotegidos a sus animales. “El vínculo afectivo con sus mascotas se convierte en un factor que las revictimiza, porque no hay garantías institucionales para proteger a los animales durante el proceso de denuncia o salida”, señala el investigador.

Muchas veces el hecho de no poder llevarse a su perro o su gato las obliga a volver con su agresor. Según el estudio, esta barrera material y emocional constituye una forma más de revictimización, tanto de las mujeres como de los animales, y una omisión institucional que persiste en los esquemas actuales de atención a víctimas.

¿Cómo se manifiesta el maltrato animal?

En los escenarios más críticos, el maltrato animal se utilizó como una herramienta para causar daño psicológico, generar miedo y reforzar el control sobre la pareja. Lejos de tratarse de una violencia paralela o secundaria, el estudio demuestra que esta conducta forma parte del mismo ciclo de dominación y sometimiento que sufren las mujeres.

“Es un error pensar que el maltrato animal es un tema aparte de otras formas de violencia. Encontramos que en muchos hogares tanto humanos como animales son víctimas simultáneas de una misma estructura de poder, generalmente ejercida por sujetos que buscan imponer control de formas violentas”, añadió.

El investigador propone crear albergues seguros que acojan tanto a las mujeres como a sus animales, y capacitar al personal de salud y justicia para que reconozcan los signos de maltrato animal como una posible señal de violencia intrafamiliar.

“Aunque en Colombia la familia multiespecie ya es reconocida jurídicamente, esa visión también se debe trasladar a los protocolos de atención en salud, justicia y bienestar”, concluye. (Información y foto Agencia de Noticias UNAL).