Con una inflación a la baja bordeando el tres por ciento anual, la esperanza de los trabajadores de alcanzar un incremento importante del salario mínimo se desvanece con el paso de los días.

El presupuesto que actualmente manejan tanto el Gobierno como los empresarios está muy cerca del comportamiento que actualmente presenta el Índice de Precios al Consumidor (IPC), de 2,72 por ciento anual, y que con esfuerzo llegaría al 4 por ciento.

Esta cifra coincide con la que el equipo económico del Gobierno incluyó desde hace meses en el Presupuesto General del 2010 para los empleados públicos, pero que coincidencialmente sería la misma para los trabajadores privados.

Sin embargo, los sindicatos de trabajadores han rechazado de plano un incremento del 3 por ciento y han planteado un ajuste del 8 por ciento, además de una congelación de precios de la canasta familiar y del transporte.

Estas peticiones han surgido luego que el Gobierno, haciendo caso de las solicitudes de las centrales sindicales de adelantar desde septiembre las negociaciones del salario mínimo, ha comprobado que esta táctica ha debilitado la postura de los trabajadores.

“Al acordar esa negociación extendida y larga, el único que se benefició fue el Gobierno, ya que en las mismas no han participado los empresarios. De allí que en cada encuentro entre las dos partes apenas se limitan al saludo protocolario, porque ya se sabe que al final el Ejecutivo volverá a fijar el salario por decreto, como ha sucedido en los últimos años”, señala el analista de la Universidad Nacional Jorge Rodríguez.