La explosión de un coche bomba en un mercado cerca de la casa de un ministro de un Gobierno provincial de Pakistán dejó 20 muertos, dijo un oficial de policía, en otra señal de las dificultades que están teniendo las autoridades para combatir a los talibanes.

Milicianos que rechazan la influencia occidental en el país nuclearmente armado -que Washington ve como decisivo en la batalla contra los islamistas en Afganistán- no han cesado en los atentados pese a la fuerte ofensiva de fuerzas de seguridad sobre sus bastiones.

La explosión ocurrió en la ciudad de Dera Ghazi Khan en un mercado, el tipo de lugar que frecuentemente es atacado por insurgentes que buscan provocar el mayor número de víctimas.

«Ocurrió cerca de un mercado y varias tiendas han colapsado», dijo Tariq Gurmani, un residente de la ciudad en la provincia de Punjab, agregando que había visto varios heridos.

El ataque fue otro potente recordatorio de que el débil Gobierno civil del presidente Asif Ali Zardari aún debe crear una estrategia para derrotar a militantes que quieren controlar estrechamente a la sociedad, con castigos públicos y ejecuciones de quienes sean considerados inmorales.

«Fue un coche bomba. Unas 20 personas han muerto y 50 están heridas», dijo a reporteros el oficial de la policía Mubarak Ali Athar.

Milicianos han causado la muerte de cientos de personas en ataques con bombas desde que el país inició una ofensiva en Waziristán del Sur, parte de lo que es visto como un refugio global para los extremistas. Autoridades afirman que la ofensiva ha sido un gran golpe para los talibanes.

El Ejército ha gobernado durante más de la mitad de la historia de 62 años de Pakistán y jamás un gobierno civil ha logrado llevar a cabo un mandato completo, con lo que el país ha ganado una reputación de inestable.

El todopoderoso Ejército es visto como una institución capaz de unir políticamente a la turbulenta nación durante las crisis, a pesar de que los golpes de Estado militares han dañado las credenciales democráticas del país.