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Elecciones legislativas en Venezuela le proponen reto a Chávez: gobernar con oposición

Con 90 diputados, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUB), y su cabeza, el presidente Hugo Chávez, se han quedado lejos de los 110 necesarios para aprobar leyes orgánicas necesarias para esa ‘profundización’ del Socialismo Bolivariano.

Más aún, si no logra nueve de los once escaños que aún quedan por asignar no alcanzará los 99 escaños, la mayoría de tres quintos para aprobar leyes por decreto y nombrar jueces del Tribunal Supremo.
Dato simbólico

«Somos mayoría, tenemos el 52%», anunciaba el secretario de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), Ramón Guillermo Aveledo, desde la sede del mando de campaña de la MUD, antes de agregar que el Comisión Nacional Electoral «ha obviado dar un dato que es crucial en el voto popular para la AN» y es que la alianza ha ganado en votos aunque no en diputados.

«El pueblo quiere paz, confraternidad y reemplazar a un Gobierno que no se corresponde con lo prometido hace años», ha resaltado el político responsable de campaña de la MUD.

Este dato, el de la victoria en votos, tiene un importante valor simbólico para la oposición, dado que Chávez venció con un 55% de apoyo popular en el referéndum que le permitió al presidente presentarse a la reelección en 2012.

«La oposición tiene una oportundiad de vender la idea de que es más fuerte, de que Chávez no tiene mayoría y de que hay una gran diferencia entre los votos y la composición del parlamento. Es un campo fértil para capitalizar la idea de cambio y motivar a los críticos», señala el experto electoral Luis Vicente León.

Sin embargo, eso no significa ni mucho menos que el camino que le queda a la oposición de aquí a 2012 sea ni mucho menos fácil.

Con sus palabras sobre la profundización del ‘Socialismo Bolivariano’ Chavez ha recordado cual fue su estrategia en anteriores varapalos electorales, especialmente tras el referéndum constitucional de diciembre de 2007, donde perdió la batalla para cambiar la Constitución para su reeelección, algo que sí logró en febrero de 2009.

De hecho, tras esa derrota que calificó «de mierda», Chávez se concentró en crear el ambiente propicio para la nueva consulta y consiguió limitar el poder de los gobernadores y alcaldes opositores que vencieron en las regionales de 2008.

Por eso, un movimiento de este tipo para rebajar los poderes del parlamento, donde el PSUV tenía plenos poderes tras el fracaso del boicot de la oposición en 2005, podría ser previsible.
Oposición unida sin líder claro

Ahora la oposición se ha presentado unida bajo la fórmula de la MUD, logrando la minoría de bloqueo en el parlamento pero poniendo en evidencia otro dato básico para las presidenciales de 2012: ningún líder de la oposición tiene más del 5% de los votos frente a más del 40% de apoyo popular de Chávez, de largo el líder más popular del país.

En este campo de un duelo presidencialista, la oposición tiene dos años para lograr una figura de consenso, una labor que se plantea bastante difícil dado el extenso campo ideológico que agrupa, desde la derecha tradicional a la izquierda moderada.

Por ejemplo, en este bloque están los herederos de los dos grandes partidos que dominaron la escena política venezolana durante 40 años, Acción Democrática y Copei, que llevaron al colapso político del país en los 90 que acabó con la llegada de Chávez.

Junto a ellos se encuentran jóneves políticos como el gobernador Henrique Capriles Radonski o el activista Leopoldo López, cuyo lenguaje, estrategia e incluso política se asemeja a la de Chávez.

En el otro lado, líderes veteranos como el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma o el gobernador del estado de Tachira, Cesar Pérez Vivas.

Mientras, sobre todos ellos, el hombre que acumula más poder tras Chávez, el gobernador del rico y poblado estado de Zulia, Pablo Pérez, que abraza un discurso conciliador que puede sintonizar con los descontentos con Chávez que no quieren volver a lo anterior al chavismo.

«Nadie logró una mayoría absoluta y esto nos lleva a dialogar», ha tendido la mano al chavismo, donde se está produciendo un fenómeno nuevo que puede marcar para siempre el futuro del país: el nacimiento de una disidencia dentro del propio PSUV, encabezada por el gobernador del estado de Lara, Henry Falcon, que rompió con Chávez este mismo año.

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