Política

No habrá perdón ni olvido tras el intento de golpe de Estado en Ecuador

El Gobierno de Ecuador busca a los responsables de la sublevación policial que el jueves desembocó en el secuestro durante varias horas del presidente, Rafael Correa, quien ha apuntado como instigador al ex mandatario Lucio Gutiérrez.

La crisis mantuvo en vilo al país mientras el jefe de Estado permanecía acorralado en un hospital por un importante grupo de agentes que se manifestaba contra los recortes de sus sueldos y que acabó atacando con gases lacrimógenos a Correa, quien tuvo que ser rescatado por el Ejército.

Inmediatamente después de su liberación, en un operativo militar en el que murieron al menos dos agentes, el presidente anunció una «profunda depuración de la Policía Nacional» tras lo que definió como «un intento de golpe de Estado». El comandante general de la Policía, Freddy Martínez, ya ha dimitido de su cargo, mientras que el fiscal de la Nación, Washington Pesántez, afirmó que investigará los hechos.
Una ‘república de opereta’

«No se trató de una legítima reclamación salarial, sino de un claro ejemplo de conspiración», sentenció Correa en una rueda de prensa. El mandatario, que lucía la banda presidencial, aseguró que «los ambiciosos de siempre, los irresponsables de siempre han hecho quedar mal al país a nivel internacional», presentándolo como una «república de opereta donde se secuestra al presidente».

Correa explicó que hubo «varias acciones coordinadas que querían crear el caos con el pretexto de que se habían quitado beneficios económicos a la policía nacional y a los militares», algo «falso» según el jefe de Estado, que aseguró que los involucrados tendrán la sanción correspondiente. «Aquí no habrá perdón ni olvido», afirmó, al insistir en que no dará «un paso atrás» en su intención de «cambiar la patria». Y, si eso implica perder la vida, Correa se declaró «presto» a ello.

El mandatario reiteró que durante su «secuestro» jamás claudicó y señaló que tras la crisis ha salido «más fortalecido». Para Correa, se trató de un intento de conspiración coordinado «por bien conocidos allegados a los Gutiérrez», en referencia al mencionado ex mandatario, que por su parte descartó que tuviese algo que ver con la situación y responsabilizó al propio jefe de Estado por la crisis.
‘Profundas cicatrices’

«Esperaban crear un baño de sangre, que se veje al presidente, que se lo secuestre, se lo trate de rescatar y se cubra de sangre el suelo ecuatoriano para tratar de desestabilizar al Gobierno y de esa forma ganar lo que no pueden ganar en las urnas», explicó Correa. Además de la muerte de dos agentes, también otra persona perdió la vida en los disturbios en Guayaquil.

El presidente ecuatoriano dijo que la situación ha dejado «profundas cicatrices» que tardarán en sanar: «Parte de estos policías [amotinados] antes dependían de potencias extranjeras, recibían sueldos extras. Todo eso se ha cortado y todo eso puede que cree resentimientos, pero no daremos ni un paso atrás».

Durante su intervención, Correa conectó vía telefónica con su vicepresidente, Lenín Moreno, quien se encontraba en Guayaquil y quien le dijo que se sentía «orgulloso» de él y le reiteró su lealtad. El jefe de Estado agradeció a los colegas presidentes que le expresaron su solidaridad y saludó a la reunión de Unión de Naciones Suramericanas (Unasur): «Aquí no vamos a permitir que ocurra lo que ocurrió en Honduras», apuntó en alusión al golpe de Estado en el país centroamericano que apartó a Manuel Zelaya del poder.

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