Internacional

Vaticano pidió a Iglesia irlandesa que no denunciara abusos a menores

Una carta del Vaticano de 1997, recientemente revelada, advirtió a los obispos irlandeses que no reportaran a la policía todos los casos de supuesto abuso de menores por parte de sacerdotes.

Un día después de la difusión del contenido de la misiva en los medios, el Vaticano insistió en que su respuesta en esa ocasión tuvo por objeto garantizar que los sacerdotes culpables no eviten las sanciones y que se resolviera todo posible delito canónico.

Grupos defensores de las víctimas la caracterizaron como la «prueba contundente» necesaria para demostrar que la Santa Sede impuso una política mundial de encubrimiento.

La carta, obtenida por la emisora irlandesa RTE y suministrada el martes a The Associated Press, documenta el rechazo por la Santa Sede de una iniciativa de la Iglesia irlandesa para empezar a ayudar a la Policía a identificar a los religiosos pederastas, tras una ola inicial de juicios que tomaron estado público.

La carta echa por tierra los argumentos del Vaticano de que jamás se dio orden a los obispos locales a ocultar pruebas o sospechas de delitos a la Policía. Por el contrario, destaca el derecho de la Iglesia de manejar todas las denuncias de abuso de menores y determinar los castigos en lugar de reconocer que las autoridades civiles tienen el poder de hacerlo.

El sacerdote Federico Lombardi señaló el miércoles que a menudo, los sacerdotes pederastas solicitan sexo durante la confesión _un delito eclesiástico particularmente atroz porque ocurre dentro del secreto de la confesión, tiene que ser manejado bajo estricto secreto dentro de la ley eclesiática y con su propias normas.

«Esta circunstancia lleva consigo un grave problema de moral y de naturaleza canónica que requiere de extrema prudencia con el asunto de informar obligatoriamente», destacó Lombardien una declaración.

En la misiva, el nuncio del entonces papa Juan Pablo II en Irlanda, arzobispo Luciano Storero, dijo a los obispos que su política de volver obligatoria la denuncia de presuntos crímenes «da lugar a graves reservas de carácter tanto moral como canónico».

Storero enfatizó en la carta que la política de la Iglesia irlandesa no era reconocida por el Vaticano y que era «meramente un documento de estudio». Agregó que debía seguirse minuciosamente el derecho canónico, que requería manejar las denuncias de abusos sólo dentro de la Iglesia.

La carta dijo que la Congregación para el Clero establecería políticas mundiales para la protección de la infancia «en el momento adecuado». AP