Internacional

Opositores a Mubarak honran a sus mártires en la plaza Tahrir

Prosternados en la plaza Tahrir de El Cairo, decenas de miles de opositores al presidente egipcio Hosni Mubarak oraron este viernes, en muchos casos con lágrimas en los ojos, por los «mártires» caídos en once días de rebelión popular.

«Nacimos libres y vamos a vivir libres (…). Les pido que tengan paciencia hasta la victoria», declara un imán durante la oración semanal del viernes, la primera de los manifestantes en la plaza Tahrir (Liberación en árabe). El autor del mensaje es, según los fieles, Jaled al Marakbi.

Los manifestantes antigubernamentales tomaron esta plaza emblemática en pleno corazón de El Cairo después de unos enfrentamientos mortíferos con la policía hace una semana. Desde entonces no se mueven de allí.

Los anti-Mubarak se han paseado esta semana por la plaza con grandes fotografías de jóvenes víctimas de la violencia, sobre las que habían escrito la leyenda «chahid», que significa mártir.

Al final de la oración por los muertos, los fieles comienzan a gritar las consignas que repiten desde hace días: «¡Vete, vete!», le dicen a Mubarak. «¡Soy egipcio! ¡No tengo miedo!, se escucha.

Velada y con gafas de sol, Inji, de 34 años, agarra la mano de su hijo Adbalá, de 11 años. «No, no tengo miedo de estar con él. No lo voy a exponer nunca a un verdadero peligro. Sé que es muy duro en el interior» de la plaza.

«Quiero enseñarle la democracia, es ahora o nunca. Debe verlo, porque un día se lo contará a sus hijos. Les podrá decir: ‘Yo estaba allí'».
Miles de personas, en su inmensa mayoría hombres, se apresuran para escuchar y aclamar a los oradores que se pasan el micrófono.

Mohamed Al Awaa, un islamista moderado, desencadena un clamor de júbilo diciendo a la muchedumbre: «Esperamos este momento desde hace treinta años, hace treinta años que sueño con ver a tanta gente en esta plaza, y el cambio llegar!».

En otro rincón de la plaza se ha instalado un pequeño estrado, en el que se suceden poetas, cantantes y músicos.

Le va a tocar el turno a Rami Esam, con gorra negra y una guitarra a la espalda. «Canto aquí desde hace cinco días, dice. Tengo miedo, me han herido con una piedra, pero tengo que estar aquí. Cuando canto, son felices, y yo también».

El ejército vigila los accesos a la plaza, con un primer control de documentos de identidad. Pero sobre todo hay cientos de jóvenes apostados en las entradas para defenderla de los partidarios del presidente Mubarak que intentaron tomar el control en varias ocasiones.

Lo hacen con varias filas de barricadas y con montículos de piedras preparadas para ser arrojadas en cualquier momento. Protegidos con cascos de obreros y macetas de plástico, y armados con palos y escudos improvisados, los jóvenes golpean las persianas metálicas bajadas para dar la alarma y pedir refuerzos.

Más lejos, unos jóvenes han fabricado una catapulta del tamaño de un hombre que proyecta, casi al azar, cestos de piedras.

En cuanto llega un cortejo de partidarios del ‘rais» egipcio a una calle adyacente, todo se convierte en un zafarrancho de combate.
Pero no llega a degenerar: las piedras se quedan en las manos y la guerra es de consignas.

Cientos de manifestantes pro-Mubarak se han congregado este viernes en la plaza Mustafá Mahmud, en el margen opuesto del Nilo, pero da la impresión de que han recibido la orden de no entrar al corazón de la capital.

AFP