
Se trata de Falciano del Massico, un poblado de 3.700 personas a unos 50 kilómetros (30 millas) de Nápoles, en el sur de Italia.
De acuerdo con los informes de prensa, la prohibición comenzó a regir a partir del mes de febrero.
Quien tuvo la brillante idea de emitir el decreto fue el mismísimo alcalde, Giulio Cesare Fava. La razón: el poblado no tiene cementerio y está enemistado con un pueblo cercano que tiene uno, lo cual ocasiona un problema de logística sobre qué hacer con los muertos.
El alcalde dijo a los periódicos que los habitantes están satisfechos.
“La orden ha traído felicidad”, dijo Fava, citado el martes por la prensa. “Desafortunadamente dos ancianos desobedecieron”.


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