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‘Daisy’, la vaca productora de leche hipoalergénica

Un hito en la historia está provocando ‘Daisy’, una vaca modificada genéticamente en Nueva Zelanda, que elimina la proteína que suele causar reacciones negativas en bebés, es decir, está dando leche hipoalergénica.

Los problemas más frecuentes al consumo de leche son la intolerancia a la lactosa y la alergia a alguna de sus proteínas. A este segundo inconveniente va dirigido el trabajo desarrollado por el equipo de investigadores de AgResearch, quienes han descubierto la manera de producir leche para personas que son intolerantes a esta.

En concreto, los esfuerzos se han centrado en la beta-lactoglobulina (BLG), una proteína con propiedades alergénicas, presente en el suero de la leche de vaca y que no se encuentra en la leche materna.

El proceso de modificación de Daisy, consiste en “la introducción de dos microARN, unas moléculas que tienen la facultad de inhibir la expresión de un gen, en este caso, del responsable de la producción de la proteína BLG”, explicó el profesor de genética de la Universitat de València, Manuel Pérez-Alonso.

Como resultado la leche del animal trasgénico, una vez analizada,“no registró niveles detectables de la proteína BLG”, se reseña en las páginas de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

La industria láctea ha disminuido el potencial alérgico mediante procesos químicos que, según el estudio, «son más caros» y «pueden dejar en la leche un sabor amargo». Existen otras técnicas de manipulación genética, llamada recombinación homóloga, que elimina la proteína BLG, en vez de reducirla como hace esta nueva técnica. Los investigadores indican que «este sistema no está dando buenos resultados».

Este procedimiento ha recogido críticas de ecologistas y personas en contra de la manipulación genética. Steffan Browning, diputado del Partido Verde neozelandés, considera que la investigación “pone en peligro la gran reputación que tiene su país como productor de alimentos ecológicos, que generan 828 millones de dólares anuales (640 millones de euros), principalmente gracias a sus exportaciones”.

Existe otro debate con el desarrollo industrial de esta tecnología. “Una cosa es el interés científico y otra su posible aplicación”, indica Javier Cañón, profesor de Genética de la facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense.

Escrito por Juan Sebastián Obando Sastre