El concurso musical, La Voz, desde su debut en el año 2010 se ha convertido en el espacio con mayor audiencia en la televisión de más de 40 países que lo han adoptado.

En el caso colombiano, La Voz Colombia, tiene a Caracol en el primer lugar del país. Los televidentes tienen a este formato en muy buen concepto desde la primera emisión de este concurso el pasado 1 de octubre.

Según el presidente de Caracol Televisión, Gonzalo Córdoba, las cifras ya se acercan a los 10 millones de colombianos, quienes son los que vibran en cada capítulo de La Voz.

Este reality es un éxito, que tiene a este canal privado viviendo momentos felices por la preferencia que le tienen los televidentes, y adicional a esos las pautas publicitarios incrementándose.

Este concurso vio la luz bajo el nombre de The Voice of Holland, programa que tenia unos índices de audiencia que superaron a versiones de otros formatos similares, como The X Factor, Idol y Popstar, y confirmaron a Jhon de Mol, como uno de los productores más visionarios de la industria del entretenimiento en televisión.

La versión norteamericana tenia el nombre abreviado de The voice, este se convirtió en franquicia y fue la cadena de televisión NBC la segunda darle vida a la segunda versión en abril de 2011, entrando en combate con otros concursos estadounidenses, como The X Factor y American Idol.

Dentro de las cosas que disfrutan las personas es la calidad de los intérpretes que se presentaron a la audición a ciegas, donde se busca la calidad vocal, prevaleciendo sobre la imagen, en la primera fase del programa.

En la segunda etapa, los jurados enfrentan por parejas a sus concursantes para depurar el grupo que llevaran a los shows en vivo.

El carisma que brindan los entrenadores, Fanny Lu, Carlos Vives y Andrés Cepeda y el invitado internacional, Ricardo Montaner es un punto a favor, frente al éxito que vienen obteniendo.

La ausencia de comentarios destructivos y la posibilidad de ver este espacio en familia cada noche hace que este programa sea del gusto de los colombianos.

Por Juan Sebastián Obando Sastre