Opinión

LOS SANTOS Y LOS FIELES DIFUNTOS

JULIO FERNANDO 2 (2) Por: Julio Fernando Rivera Vallejo
El devenir de la historia ha asignado un día de celebración en honor de todos los santos y otro en memoria de los fieles difuntos. No obstante que durante la Reforma Protestante, Martín Lutero fusionó las dos conmemoraciones, la tradición se mantiene en casi todo el mundo, pues, resulta claro que una cosa son los Santos y otra los Uribe.
El Día de Todos los Santos tiene origen católico y no es un invento de la alcurnia bogotana como pueden suponer algunos despistados detractores de la familia presidencial colombiana, temerosos de una eventual unión entre Juan Manuel y ´´Pachito´´, que garantizaría la perpetuación de la especie en la Casa de Nariño. Conviene precisar que fue el Papa Urbano IV, quien, consciente de la fragilidad de la memoria humana, decidió subsanar cualquier omisión de festejo aglutinando en una sola fecha los nombres de los mártires de la Iglesia y de aquellos que sin serlo, se aproximaban a su ejemplo. Aquí podrían entrar Juan Fernando y Julio Sánchez, por lo del Cristo, claro.
Otros Pontífices, Gregorio III Gregorio IV, tuvieron velas en este asunto. El primero de ellos, en el siglo VIII, consagrando a todos los santos una capilla en la Basílica de San Pedro y fijando el aniversario para el 1º de Noviembre y, el segundo, en el siglo siguiente, extendiendo la celebración a toda la Iglesia.
En cambio, la conmemoración de los denominados Fieles Difuntos, tiene lugar el 2 de Noviembre, en memoria de los seres queridos que se han marchado de este mundo y, muy especialmente de aquellos cuyas almas están en el purgatorio, a manera de primera escala, expiando sus culpas y purificándose en la ´´paila mocha´´, para poder seguir su camino hacia la salvación. De todos, por perversos que hayan sido, no faltará quien diga: ´´Tan bueno que era´´.
Las mitologías antiguas asocian la adoración de los difuntos con lo ocurrido en el Diluvio que, según cuentas tuvo lugar en una fecha que corresponde al segundo día de nuestro mes de Noviembre. Se deduce entonces que tal conmemoración surgió para recordar a personas que, debido a su maldad, habían sido destruidas por Dios en tiempos de Noé y quienes se tragó la ballena de Jonás. Seguramente no fueron pocos los lagartos que perecieron en ese hecho, razón por la cual muchos Congresos debieron quedar con las sillas vacías.
Honrar a los difuntos es una costumbre casi que inmemorial, según cita el profeta Jeremías, en el antiguo Testamento.. Igualmente, en el siglo VI los Benedictinos acostumbraban orar por los difuntos y, desde el año 998 el culto se rinde en Roma.
Son diferentes los ritos en memoria de los difuntos en distintas partes del mundo. En Francia, por ejemplo, se acostumbra decorar los sepulcros; en Centroamérica, aparte de que se levanta un altar floral, se coloca junto a ellos la comida predilecta del occiso, sus fotografías y otras pertenencias que para él eran significativas. En Ecuador, Perú y Bolivia, así como en algunas regiones andinas del sur de Colombia, es costumbre preparar las guaguas de pan e intercambiarlas entre familiares y amigos. Y, en muchas zonas de distintas latitudes, no son pocas las serenatas que con tríos y mariachis se les ofrecen a los muertos, en cuyo repertorio no puede faltar ´´Amor Eterno´´ y ´´El Rey´´.
Ah, y al escuchar este fin de semana la frase: ´´las almas de los fieles difuntos, descansen en paz´´, se nos vino a la mente el nombre del fallecido ex senador vallecaucano Carlos Holmes Trujillo, el mismo que con tono gaitanista repetía en la plaza roja de Palmira y en los lotes de Cartago: ´´liberal, vota liberal´´, cuya alma, al fin pudo descansar en paz, luego de que su bien amado Junior, otrora brillante Alcalde de Cali, perdiera la oportunidad de aspirar a la Presidencia de la República por el Centro…, cuando el viejo caudillo, siempre lo quiso llevar por la izquierda…