Robin Williams, el actor que llevó de la mano a toda una generación, participó en 80 películas entre las cuales se encuentran Jumanji, La sociedad de los poetas muertos, Patch Adams, Papá por siempre, El hombre bicentenario, entre otras. Williams era capaz de generar emociones múltiples arriba del escenario e incluso fuera de él. El actor sufría de fuertes crísis de depresión y en una de sus última entrevistas aseguró que jamás se perdonaría el daño que le hizo a su familia.
Robin McLaurin Williams Nació el 21 de julio de 1951 en Chicago y era hijo de la modelo Laura Williams y de Robert Williams, ejecutivo de la empresa de automóviles Ford.
Acudió a clases de interpretación en la Juilliard School de Nueva York, en donde estudió con John Houseman junto a Christopher Reeve, quien se convirtió en uno de sus mejores amigos, y en la Universidad de Marin, Kentfield, California. También estudió durante un tiempo Ciencias Políticas en la Universidad de Claremont, California.
En el año 1977 Robin debutó en la pequeña pantalla con la serie de humor «Laugh-In». Un año después contrajo matrimonio con la bailarina Valerie Velardi y fue el protagonista de la teleserie «Mork y Mindy». Esta emisión le concedió la popularidad en los Estados Unidos y un Globo de Oro como mejor actor de comedia de televisión por su papel de Mork.
El primer papel cinematográfico de Robin Williams fue el protagonismo de «Popeye» (1980), película dirigida por Robert Altman en la que el actor de Chicago encarnó al famoso marino amante de las espinacas creado por E. C. Segar. Época en que las drogas se comenzaron a convertir en el centro de su vida; Williams ya había probado la cocaína y se comenzaba a sumergir en espisodios alcohólicos.
Así como a finales de la década del ’70 se hacía reconocido con la serie de TV «Mork and Mindy», interpretando al entrañable extraterrestre proveniente del planeta Ork, en paralelo Williams, se introducía en un mundo de oscuridades con el que convivió por décadas.
Sin embargo, debido a que el actor se hizo íntimo amigo de John Belushi y compartió sus últimas horas con él días antes de su fallecimiento por sobredosis, y además el nacimiento de su primer hijo, lo llevaron a alejarse de la cocaína.
Williams describió en el 2010, el mundo subterráneo de las adicciones con el que había convivido durante décadas; en una entrevista explicó que no había vuelto a consumir cocaína («Sabía que me iba a matar», afirmó), aunque también detalló su brusca recaída con el acohol en el 2003: «Estaba en un pequeño pueblo que no era el fin del mundo, pero se podía ver desde allí, y entonces solo pensé en beber. Bueno, tal vez beber ayudaría porque me sentía solo y asustado. Y fue la peor cosa en el mundo», le explicó a The Guardian.
Por otro lado, y luego de la muerte de su amigo Christopher Reeve, Williams señaló tener mucho miedo y su búsqueda incanzable para superarlo: «Es más egoísta que eso. Es, literalmente, tener miedo. Y crees, oh, esto facilitará el miedo. Y no es así. Es temor y ansiedad».

La década de los 90, por otro lado, resultó muy prolífica para Williams, quien logró ganar un Oscar por «El Indomable Will Hunting» (1997), película dirigida por Gus Van Sant en la que interpretó al psicólogo Sean McGuire, y ser nominado por «El Rey Pescador» (1991), film de Terry Gilliam.
En este período también consiguió tres Globos de Oro. Uno por «El Rey Pescador», otro por la comedia con falsa identidad «La Señora Doubfire» (1993) y el tercero recibido por su trabajo poniendo voces en la película de animación «Aladdin» (1992).
Otros títulos de su filmografía son «Insomnio» (2002) de Christopher Nolan, «¡Vaya Vacaciones!» (2006), road comedy dirigida por Barry Sonnenfeld, o «Hasta Que El Cura Nos Separe» (2007), película en la que Robin interpretó al sacerdote del título.
En la comedia «Dos Canguros Muy Maduros» (2009) compartió protagonismo con John Travolta. Una operación cardíaca en ese mismo año parecía haber sido el punto de inflexión para un cambio definitivo. Incluso en el 2011 condujo «Tu cuerpo contra las drogas» un programa de Discovery Channel.
Sin embargo, su último ingreso a rehabilitación en Minnesota, a finales de junio de este año– fue el preludio del trágico desenlace de este lunes, cuando fue hallado muerto tras suicidarse.
Al parecer, la adicción al alcohol, que se había hecho recurrente para alejarse de un sentimiento de soledad, volvió a pegarle fuerte. Estos problemas, ocultos durante años, repercutieron en su vida sentimental: en total, tuvo tres hijos y una frase pintó su situación en cuanto a sus familiares: «Siempre me sentí avergonzado por todo el daño que le ocasioné a mi familia, siento que de eso nunca voy a terminar de recuperarme».
